Salud sexual en relación al género como determinante social de la saludAspectos clínicos de la eyaculación retardada
y factores asociados
Rev. Hosp. Psiq. Hab. Volumen 21 | Nº 2 | Año 2024 |
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Introducción
La salud integral, y en particular, la salud sexual, no solo se concibe desde la ausencia de enfermedad,
disfunción o discapacidad, sino que se valora como un proceso de construcción social, dinámico, con una
realidad que trasciende lo biológico y disfrutar de ella, es uno de los derechos fundamentales de todo ser
humano, sin distinción de color de la piel, creencia religiosa, ideología política, condición económica o
social, y a su vez, constituye un factor importante que garantiza el bienestar y la satisfacción.(1)
En este orden de ideas, se consideran importantes las determinantes sociales de la salud como, el color de
la piel, la clase social, el nivel de ingresos, la distribución de los recursos, la posición socioeconómica, las
condiciones de vida, la calidad de la vivienda, las condiciones de empleo y trabajo, la seguridad y calidad
del agua y alimentos, el acceso a la educación e información y a instalaciones sanitarias, la existencia o no
de protección y servicios sociales, la vulnerabilidad frente al cambio climático, el género, entre otras.(2)
En cuanto al género, es la condicionante que aborda el tema de la salud, construido en torno a los cuerpos
sexuados en un contexto socio-histórico-cultural determinado. En esta dimensión, las sociedades asignan
mandatos, patrones, deberes y prohibiciones de lo que significa “ser hombre y ser mujer”, (3) y desde su
carácter relacional, esta determinante transversaliza las dinámicas vinculadas con la salud sexual, en tanto,
aspectos físicos, psicológicos y socioculturales relacionados con la sexualidad.
En este marco relacional, se evidencian en la práctica clínica, preocupaciones sexuales asociadas al
erotismo, vínculos afectivos, estilos comunicativos, mitos, prejuicios, estereotipos y otras; y trastornos
sexuales como, las disfunciones sexuales, las infecciones de transmisión sexual y la violencia,
transversalizadas por los aprendizajes socioculturales de género que limitan el disfrute sexual, por la
necesidad de reproducir creencias vinculadas a la sexualidad como normativa social que no se pueden
transgredir, por miedo al rechazo, la vergüenza y al estigma social con la consiguiente vulneración de los
derechos humanos y sexuales. Así lo confirman las estadísticas internacionales y nacionales del panorama
investigativo sobre el tema.(4-6)
En consecuencia, queda manifiesto, que la salud, la sexualidad, la salud sexual, el género como
determinante social, las preocupaciones y los trastornos sexuales se encuentran en estrecha relación, y se
asocian con los temas de derechos. A su vez, estos vínculos propician la discusión de cómo se afronta el
proceso salud-enfermedad-atención por la condición de pertenecer y corresponder a uno u otro sexo,
conlleva la posibilidad de exigir la salud, eliminar las diferencias entre las personas dado por oportunidades
de obtener y mantener la salud, probabilidades de enfermar, sufrir discapacidad o morir por causas
prevenibles.(7)
Todo lo antes expuestos, corrobora la necesidad de las discusiones críticas y evaluaciones del carácter
vincular de estas categorías, desde una visión integral con la comprensión de las subjetividades, la