En este sentido, el Centro de Rehabilitación del Neurodesarrollo “Rosa Luxemburgo” de Cárdenas,
Matanzas, Cuba, ha venido trabajando desde la década del 90 del siglo pasado con un protocolo de atención
temprana, que ha tenido actualizaciones dado a los avances de la ciencia, la preparación de los miembros
del equipo y a las exigencias de las familias cubanas respecto a la educación del niño.
El desarrollo integral del niño (físico, cognitivo, emocional, social) depende de su capacidad para moverse
según Bobath. Un paciente privado por inmovilidad o que solo pueda hacerlo de forma distorsionada tendrá
dificultades para la percepción de su cuerpo y del medio que lo rodea, por lo que su contacto con el mundo
lo realiza a través de su madre o de sus cuidadores.
Motivados por estas razones, en 1992, se inició en Cárdenas, Matanzas, Cuba, una consulta de Atención
Temprana sobre el neurodesarrollo, por un equipo interdisciplinario conformado por un médico
especialista de Segundo Grado en Pediatría dedicado a la Neuropediatría, una licenciada en
Psicopedagogía y un licenciado en Cultura Física, con el objetivo de comenzar una investigación
prospectiva a largo plazo, que incluyera a todos los niños nacidos en el Hospital Territorial de Cárdenas,
con algún factor de riesgo perinatal. Incluyó a todos los neonatos, con riesgos perinatales para presentar
una lesión estática del sistema nervioso con secuelas neurológicas y del neurodesarrollo de grados
variables.
Al inicio se trabajó con los instrumentos de evaluación clásicos, tales como el examen neurológico para
los recién nacidos y lactantes con riesgo, y el test para la Evaluación del Desarrollo de Brunet-Lezine. De
acuerdo con el grado de afectación diagnosticado, se les aplicó un programa de estimulación o habilitación,
que tuvo como referencia inicial el Programa de Isidoro Candel
1
, y los principios del método de los esposos
Bobath.
Se tuvo en cuenta que el neurodesarrollo no estaba limitado a las funciones motoras, sino que
simultáneamente maduraban las funciones ejecutivas y lingüísticas
2,3
, que permitirá el desarrollo posterior
de las competencias académicas, intelectuales y sociales.
A partir de esto, se trazaron estrategias para analizar esas conductas atípicas, realizar terapias grupales para
la estimulación de la socialización, el lenguaje y la comunicación; así como, el entrenamiento de la
atención y la modulación de patrones conductuales.
Otro punto a considerar en el protocolo fue los trastornos del aprendizaje y los signos de alarma desde las
edades preescolares
4,5
. Por esta razón, también se consideró en la evaluación y rehabilitación los signos
neurológico menores y tempranos que influyen, de manera negativa, en la futura adquisición de la lectura,
escritura y aritmética, tales como la conciencia fonológica, las habilidades de conteo, la organización viso
espacial, la motricidad fina, las funciones ejecutivas, las epilepsias, el peso al nacer, la prematuridad.