En el artículo de San Martín y Muñoz,(10)se llevó a cabo un estudio que examinó los registros de ingresos
al programa de salud mental de atención primaria en salud en 10 centros de salud mental comunitaria. El
objetivo fue comparar los datos previos a la pandemia y los datos posteriores a la misma (2019 a 2020).
Se encontró una reducción significativa en las atenciones durante el mismo período, con una disminución
de 5965 atenciones y un descenso de 1043 ingresos en comparación con el año anterior a la pandemia.
En otro estudio llevado a cabo por Ardila-Gomez et al.(11)se entrevistó a 75 profesionales de diferentes
centros de salud mental en Argentina, que incluyó psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales. El
objetivo principal fue evaluar cómo la pandemia afectó los servicios de salud mental durante el año 2020.
Los resultados revelaron una disminución en la demanda de atención y rehabilitación presencial, pero al
mismo tiempo se observó un incremento en la gravedad de los casos y una reducción en el tiempo de
internamiento. Además, se notó un cambio en el proceso de atención, con la implementación de consultas
remotas para pacientes externos, una reducción en el personal disponible, una disminución en la cantidad
de camas y dificultades en el suministro de medicamentos.
Mashima et al.(12) evaluaron a 1166 pacientes en Chiba, Japón. El análisis de regresión reveló factores
asociados a deterioro de sintomatología y calidad de vida de los pacientes, como un incremento en la dosis
de medicación (p < .001, Odds ratio (OR): 9.2 [95% (CI): 5.4–16.0]), la aparición de nuevos síntomas
físicos (p = .003, OR: 3.0 [1.5–6.1]), mayor ansiedad (p = .010, OR: 1.8 [1.2–2.7]), estrés al inicio de la
pandemia (p = .042, OR: 1.9 [1.03–3.5]), estrés durante la pandemia (p = .002, OR: 3.1 [1.5–6.5]), menor
adaptabilidad al cambio (p = .015, OR: 0.6 [0.4–0.9]), cambios en los estilos de vida (p < .001, OR: 2.6
[1.7–4.1]), reducción del tiempo de sueño (p < .001, OR: 3.1 [1.8–5.2]), y disminución de actividades fuera
de casa (p = .012, OR: 1.7 [1.1–2.5]).
En el estudio llevado a cabo por Dosil S. et al.(13) para evaluar el impacto psicológico de la Covid-19 en
profesionales sanitarios españoles expuestos al virus, se encuestó a 421 participantes, de los cuales 338
eran mujeres (edad media=42,6) y 83 eran hombres (edad media=47,4). Los resultados revelaron que el
46,7 % de los profesionales experimentaba estrés, el 37 % presentaba ansiedad, el 27,4 % mostraba
depresión y el 28,9 % sufría de problemas de sueño. Se observó que los individuos mayores de 36 años
exhibieron mayores niveles de estrés (32,1 %), ansiedad (25,3 %), insomnio (21 %) y depresión (19,5 %).
Además, se encontró una asociación significativa entre el sexo y la ansiedad (t [419] = 2,66, p = 0,008) y
el estrés (t [419] = 2,21, p = 0,027), donde las mujeres mostraron niveles más altos. Asimismo, se evidenció
que los profesionales que convivían con un enfermo crónico experimentaban mayores niveles de estrés (F
[1,402] = 8,40, p = 0,004, η 2 = 0,022). En conclusión, este estudio reveló que los profesionales de salud
que trabajaban en la primera línea de atención y estaban expuestos al virus COVID-19 también enfrentaban
factores estresantes y tenían riesgo de desarrollar diversos síntomas psicológicos.