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Revista del Hospital Psiquiátrico de
La Habana
Volumen 20 | Nº1 | Año 2023 | ISSN: 0138-7103 | RNPS: 2030
_____________________________________________
Artículo de Revisión
Complicaciones post-infecciosas sobre el funcionamiento
neuropsicológico de la enfermedad zoonótica viral
Post-infectious Complications on Neuropsychological Functioning
of Zoonotic Viral Disease
Dr. Charles Y. Da Silva Rodrigues
1,2,3
Dra. Paula A. Carvalho de Figueiredo
1,2,3
Dr. Enrique Vázquez-Justo
4,5
1
Universidad de Guanajuato.
2
Sistema Nacional de Investigadores (SIN) en México e
3
CEMRI de la Universidad Abierta de Lisboa.
4
Instituto Europeu de Estudos Superiores-IEES.
5
Investigador del Centro de investigação Desenvolvimento e Inovação-CIDI
Recibido: 14/01/2023
Aceptado: 12/02/2023
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RESUMEN
Introducción: ciertas complicaciones post-infecciosas ocasionadas por dolencia zoonótica viral
pueden afectar al funcionamiento neuropsicológico del paciente.
Objetivo: identificar las principales complicaciones y síntomas post-infecciosos de las enfermedades
zoonóticas trasmitidas por virus, más frecuentes, con respecto a su influencia en el funcionamiento
neuropsicológico.
Método: se revisaron artículos, libros, manuales y documentos especializados de producción científica
publicados entre 2011 y 2022 en las bases de datos: Ebscohost, Scopus, Springer, BioOne, Cambridge
Journals Collection, Elsevier Science Direct, Wiley Online Library, Nature y Emerald. Además se
utilizaron bases de datos de acceso libre: Google Scholar, PubMed, Dialnet, SciELO, DOAJ, Latindex y
REDIB. La estrategia de búsqueda se basó fundamentalmente en el uso de descriptores en inglés,
portugués o español.
Desarrollo: a través del programa para análisis de datos cualitativos ATLAS.ti, versión 9.1.3, se clasificó
por familia de categorías complicaciones post-infecciosas e influencia en el funcionamiento
neuropsicológico. Las redes relacionales obtenidas permitieron realizar la revisión bibliográfica.
Conclusión: se pudo verificar que las complicaciones post-infecciosas influyen de manera importante en
el funcionamiento neuropsicológico de la persona. Así, se considera que frente a determinadas
complicaciones permanentes o temporales debe existir un programa de rehabilitación neuropsicológica
para minimizar la afectación en el paciente.
Palabras clave: post-infeccioso; zoonosis; virus; neuropsicología.
ABSTRACT
Introduction: some post-infectious complications caused by a zoonotic viral disease may affect a
patient’s neuropsychological functioning.
Objective: identify the main and most frequent post-infectious complications and symptoms caused by
zoonotic viral diseases, and their influence on neuropsychological functioning.
Method: articles, books, manuals and specialized documents of scientific production published between
2011 and 2022 were reviewed in the following databases: Ebscohost, Scopus, Springer, BioOne,
Cambridge Journals Collection, Elsevier Science Direct, Wiley Online Library, Nature and Emerald. In
addition, free access databases, such as Google Scholar, PubMed, Dialnet, SciELO, DOAJ, Latindex and
REDIB were also reviewed, using descriptors in English, Portuguese or Spanish.
Results: using the qualitative data analysis program ATLAS.ti, version 9.1.3, it was possible to
categorize post-infectious complications and the influence on neuropsychological functioning. The
relational networks obtained allowed the literature review to be carried out.
Conclusion: it was possible to verify that post-infectious complications have an important influence on
the neuropsychological functioning of a person. Thus, it is considered that in the face of certain
temporary or permanent complications there must be a neuropsychological rehabilitation program to
minimize the impact on the patient.
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Keywords: post-infectious; zoonosis; virus; neuropsychology.
Introducción
Las zoonosis son enfermedades infectocontagiosas causadas por una diversidad de microrganismos
patógenos comunes en animales, pero que también pueden afectar a los seres humanos. El proceso de
transmisión implica un hospedador vertebrado no humano que transfiere el agente infeccioso a la
persona, sea por contacto con productos del huésped animal o intermediaros: artrópodos, vectores, otros
invertebrados y demás vehículos, que podrían ser objetos o sustancias no vivientes.
(1,2)
Se inicia entonces
el proceso de colonización donde el organismo infeccioso crece, se multiplica, causa cambios
serológicos y con frecuencia, síntomas locales o sistémicos en el individuo afectado; a pesar de que
existen varios tipos de infección que no generan una enfermedad en concreto.
(3)
Una vez que el agente patogénico se activa y propaga, las instituciones sanitarias locales deben
identificar el tipo de respuesta comunitaria, clasificarla según los términos de salud disponibles para el
efecto: brote epidémico, epidemia, pandemia o endemia, y aplicar los protocolos clínicos de
contención.
(4)
Este proceso implica la existencia de un fallo en el sistema de prevención y claro está, la
necesidad de crear estrategias de intervención y curación contra la infección. En este sentido, es
imprescindible realizar una clasificación epidemiológica de la forma de contagio, y saber si la
enfermedad se transmite de manera directa o indirecta, con el propósito de prever, por un lado, la
capacidad de diseminación de la enfermedad zoonótica activa, y por otro lado, las acciones que pudieran
minimizar o extinguir la transmisión del agente infeccioso.
(1)
La transmisión por contacto directo implica una aproximación tangible entre el hospedador enfermo y la
persona sana, de tal manera que se produzca un intercambio de fluidos corporales y secreciones, u a
través de la manipulación de carne enferma, o exposición a agentes patógenos en laboratorio.
(2,3,4)
En
cuanto que para la transmisión por contacto indirecto se requiere un intermediario, este puede ser un
vehículo, si se considera el agua o la comida contaminada, el consumo de leche no pasteurizada, la
inhalación de gotas de saliva de un individuo infectado; pero también puede ser un vector, que se asocia,
por lo general, con las picadas y mordeduras de un determinado organismo que transporta el agente
patógeno, así como son los insectos o caracoles.
(5,6)
En efecto, el reconocimiento de la a de contagio permite, casi seguramente, conocer, por un lado, el
agente etiológico responsable por la transmisión, que puede ser un virus o una bacteria, aunque las
zoonosis también pueden originarse por parásitos o agentes micóticos, pero con menor frecuencia; y, por
otro lado, la especie animal que infecto al paciente cero, esto en el caso de que la transferencia del agente
patogénico se haya realizado de manera directa entre un animal y un humano. La correcta clasificación
del tipo animal puede asegurar la validación del agente etiológico, pero también, proveer al sistema de
salud una serie de posibilidades para minimizar el contagio, puesto que los microrganismos que transitan
de animales domésticos, domesticados o salvajes a las personas están muy bien descritos en la literatura
científica y en la historia de la humanidad.
(7)
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Su persistencia en el tiempo, justo, ha permitido el reconocimiento de estos males como emergentes,
cuando se manifiesta un nuevo tipo de infección, pero que deriva de la modificación de un patógeno
existente, como una nueva cepa o cuando se manifiesta a partir de una enfermedad desconocida; o
reemergentes, en caso de que un organismo infeccioso originario de una determinada región del globo
reaparezca en otra localización geográfica.
(8)
En ambos casos, la enfermedad se manifiesta claramente
por descuido, negligencia y falta de prevención, matando más personas que cualquier guerra o catástrofe
natural, ejemplo de la peste negra o bubónica, una de las primeras pandemias mundiales, ocasionada en
el siglo XIV y que arrebató la vida a más de 50 millones de personas.
(4,9)
No obstante, existen otras zoonosis bacterianas como la tuberculosis, salmonelosis o cólera; igual que la
zooparasitosis que se destacaron con la sarna o escabiosis, toxoplasmosis y malaria; o las zoonosis
ngicas, menos conocidas, pero que igual se destacan por la tiña, criptococosis e histoplasmosis.
(10)
En
la memoria colectiva social y con un fuerte impacto en la salud pública global, están una serie de virus
zoonóticos que afectaron, y que en algunos casos, continúan afectando a la humanidad, es el caso de la
influenza, infecciones por vector (dengue, zika, fiebre amarilla, chikunguña, entre otros), ébola, viruela
símica y, por supuesto, la vivencia del más reciente coronavirus, el SARS-CoV-2.
Los pacientes remitidos para evaluación o rehabilitación neuropsicológica, por lo general, son personas
con un diagnóstico neurológico asociado a una afectación funcional que les impide de ser
autónomos.
(11,12)
Acuden al neuropsicólogo por sus déficits cognitivos, emocionales, sensoriales,
psicomotores, y que a veces, están acompañados por comorbilidades neurodegenerativas, crónicas,
psiquiátricas y hasta por enfermedades concomitantes o independientes. Lo más frecuente es que sean
sujetos con daño cerebral por afectaciones diversas como trastorno relacionado con sustancia,
enfermedad oncológica, traumatismo craneoencefálico, entre otras.
(13)
En este sentido, para que el neuropsicólogo pueda maximizar la funcionalidad del paciente mientras
contrarresta, de manera sincrónica, las pérdidas de acción por daño en el tejido nervioso encefálico, debe,
primero, realizar una evaluación capaz de diferenciar el déficit previo de un posible incremento de la
afectación, por efecto de las complicaciones o ntomas post-infecciosos temporales u permanentes de
una enfermedad zoonótica viral. En segundo, construir un programa de rehabilitación adaptado a las
reales necesidades clínicas del paciente, de tal manera, que este pueda recuperar parte o total autonomía
funcional.
(14,15)
Este proceso de intervención implica un especial conocimiento neuroanatómico y neurofuncional, pero
también, una acción conjunta con el equipo multidisciplinario para considerar todas las dimensiones
humanas y sociales del paciente.
(12,14)
Son diversas las áreas del conocimiento que trasversalmente deben
intervenir, y no apenas la rehabilitación (recuperación) y la estimulación (manutención/potenciación) de
procesos funcionales o neuropsicológicos. También el apoyo emocional (trabajar estrategias de
afrontamiento y adaptación) y todo lo que esté asociado al desarrollo de una comunicación asertiva con
los amigos y familiares, así como la reinserción social y laboral.
(11,15)
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En lo que concierne a la rehabilitación el neuropsicólogo debe establecer programas sistematizados y
basados en la teoría clínica, para asegurar la mejor reorganización neuronal en las regiones cerebrales.
(12)
Antes de la creación del programa es necesario identificar las debilidades y fortalezas psicológicas de la
persona (cognición, regulación emocional y personalidad) para que la rehabilitación este enfocada en el
logro de los objetivos programáticos tanto en el proceso sincrónico como asincrónico, este último
referido al apoyo de los softwares de rehabilitación y estimulación neuropsicológica.
(13,15)
Durante el tiempo dedicado a la reorganización funcional el rehabilitador debe tener una participación
muy activa, constante y de entreayuda, con el objetivo de generar automotivación, confianza, pero sobre
todo, para asegurar una buena adherencia terapéutica.
(14)
A partir de que se haya establecido una buena
alianza entre paciente y neuropsicólogo, este pasará a ser cada vez menos activo en el proceso, para que
el individuo en rehabilitación desarrolle sus propias habilidades de sistematización de las acciones, bien
como adaptarse a una nueva realidad que con probabilidad no será misma que existía en la fase
premórbida.
(11,12,15)
Así, el propósito de esta revisión fue identificar las principales complicaciones y síntomas post-
infecciosos de las enfermedades zoonóticas trasmitidas por virus, más frecuentes, con respecto a su
influencia en el funcionamiento neuropsicológico.
Método
Los criterios utilizados para la elegibilidad de los materiales científicos a analizar en la presente revisión
bibliográfica se establecieron son: la fecha de publicación a partir del 2012, en inglés, portugués o
español; y que el método de las investigaciones fuera de tipo: estudio de caso y controles, estudios de
cohorte y estudios trasversales que presentaron alteraciones. De este modo, se identificaron y revisaron
publicaciones de entre 2012 y 2022 en población adulta, hombres y mujeres de entre los 18 y 60 años de
edad, que padecieran de complicaciones post-infecciosas provocadas por enfermedad zoonótica viral.
(16)
Los artículos, libros, manuales y documentos especializados de producción científica se recopilaron a
través de bases de datos electrónicas, considerando las palabras claves más mencionadas en la
bibliografía y recomendadas por expertos en el área. La exploración del material se realizó en las fuentes
de información disponibles en el Sistema Bibliotecario de la Universidad de Guanajuato y que permitían
el acceso integral de las publicaciones seleccionadas: Ebscohost, Scopus, Springer, BioOne, Cambridge
Journals Collection, Elsevier Science Direct, Wiley Online Library, Nature y Emerald. Además se
utilizaron bases de datos de acceso libre: Google Scholar, PubMed, Dialnet, SciELO, DOAJ, Latindex y
REDIB, entre el segundo semestre de 2021 y hasta el 31 de diciembre de 2022.
(16)
La información se procesó a través del programa para análisis de datos cualitativos ATLAS.ti, versión
9.1.3 para codificar la información de cada uno de los documentos analizados y crear categorías
objetivas y sistemáticas. Así, se realizó una clasificación por familia de categoría para las complicaciones
post-infecciosas, las subcategorías: afectaciones víricas post-infecciosas permanentes y síntomas víricos
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post-infecciosos temporales o permanentes; y la categoría de influencia en el funcionamiento
neuropsicológico. Las redes relacionales obtenidas de este proceso permitieron codificar, organizar e
identificar referencias cruzadas de los conceptos, así como la realización de esta revisión
bibliográfica.
(17,18)
Desarrollo
Agentes virales
Los agentes virales son parásitos intracelulares de pequeña dimensión y que necesitan de las células de
los seres vivos para habitar y multiplicarse (célula hospedera), aunque algunos virus más resistentes son
capaces de sobrevivir a diversas condiciones de temperatura y humedad, de tal manera que pueden
mantenerse activos e infecciosos durante días o semanas en fómites.
(19)
Los virus, no son células, que
tienen ciertas características distintivas: están cubiertos por una capa protectora de proteína; contienen un
genoma de ácido nucleico: ácido desoxirribonucleico (ADN) o ácido ribonucleico (ARN) dentro de la
proteína, por lo que los virus que usan ARN como intermediario para replicarse son los s frecuentes
en la biosfera, además, algunos virus presentan una capa de membrana.
(20,21)
En tal sentido, debe referirse que el ADN es una molécula bacteriana que está presente en cualquier
organismo vivo, y donde se inscribe el código genético, o sea, el programa de configuración orgánica
que identifica como se engendra y desarrolla el ente. El ARN es la molécula que copia, transcribe y
transmite parcialmente ese código a las proteínas, con el propósito de que estas se sinteticen y ejecuten
las funciones vitales de los organismos.
(22)
Aparte de que el virus utilice el ADN o el ARN para
multiplicarse, este necesita infiltrarse en células sanas para reprogramarlas y conseguir que estás
transcriban la información vírica en vez de la información vital de sobrevida para la propia célula; aun
cuando este proceso seguramente es dañino o mortal para la célula huésped.
(21,23)
Las complicaciones post-infecciosas en pacientes recuperados de enfermedad zoonótica viral reportan,
sobre todo, alteraciones neuropsicológicas, aunque en ciertos casos, se han descrito cambios psiquiátricos
y psicológicos en el periodo de convalecencia o al momento de recibir la alta clínica.
(22)
Una mayor
incidencia de estudios sobre este tema confiere que al nivel psicológico las afectaciones podrían estar
asociadas con el déficit crónico, encontrado en miles de personas recuperadas de infecciones zoonóticas
virales, y en algunos casos la gravedad del déficit podría equipararse a un deterioro global de la
cognición.
(19,20)
1. Influenza y otros padecimientos respiratorios asociados
La gripe estacional o influenza, así como otras dolencias respiratorias derivadas, generan alrededor de
650.000 defunciones al año.
(24)
Si bien se considera que la gripe española (virus tipo A, subtipo H1N1
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activo entre 1918 y 1920), fue una de las pandemias más letales de la historia de la humanidad
acumulando más de 40 millones de defunciones, aunque en el siglo XXI se vivieron rebrotes como
fueron: 1) Los de la gripe asiática (H2N2), originada en 1957 en Pekín y conocida como El Gran
Catharro; 2) Los de la gripe de Hong Kong (H3N2) procedente de dicha ciudad, en 1968; 3) Los de la
gripe aviar (H5N1), identificada en 1997, 2003 y 2013, con un nuevo subtipo (H7N9); Los de la gripe
porcina (H1N1) del 2009.
(25,26)
De este modo, se considera que la gripe estacional es la enfermedad zoonótica más conocida e
investigada en todo el mundo. Los subtipos virales mencionados legitiman las manifestaciones post-
infecciosas más frecuentes, como sea, encefalitis, encefalopatías, mielitis, déficit sensorial (neuritis
óptica), miositis, polirradiculoneuritis, síndrome de Reye, síndrome de Guillain Barré, trastorno
neurocognitivo, trastorno psiquiátrico y cambios de la regulación emocional. Existen muchos otros
síntomas pero están asociados a los descritos, por ejemplo, el caso de los cambios en el nivel de
conciencia que tanto pueden aparecer en la encefalopatía como en el síndrome de Reye o en el trastorno
psiquiátrico.
(24,27,28)
Asimismo, algunas afectaciones post-infecciosas aparecen de manera temporal y de forma aislada, o sea,
como síntoma de un cuadro clínico, en este sentido, puede referirse el mismo estado de consciencia,
cefaleas, hipertensión endocraneana, opsomioclonos, síndromes cerebelosos y síntomas convulsivos.
Además puede presentarse como parálisis, déficits sensoriales, de esfínteres, cambios cognitivos con
incidencia en la atención y la memoria, somnolencia, debilidad física o cansancio, dolor de cuerpo,
síndrome hipotónico, crisis epilépticas y demás signos. También pueden estar presentes durante los
períodos de incubación e infección sin que sean exclusivos del proceso posterior a la recuperación del
paciente.
(25,29)
2. Enfermedades transmitidas por vector
Las zoonosis transmitidas por vector, en lo esencial, por mosquitos y garrapatas, provocan más de 96
millones de infectados y superan las 700.000 muertes al año. Estos datos incluyen enfermedades como la
fiebre del Valle del Rift, encefalitis japonesa, fiebótomos, fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, aun
cuando las formas víricas más destacas son el zika, descubierto en 1947 en Uganda;
(30,31)
el dengue,
reportado por primera vez en China, como agua venenosa y después en 1779 reaparece en la Isla de Java
en Indonesia como la fiebre rompehuesos.
(32)
Igualmente, debe enfatizarse la fiebre amarilla, que al parecer se originó entre 1647 y 1649, aunque no se
pueda precisar el lugar donde se generó. Surgió casi simultaneamente entre Barbados, Cuba, el Golfo de
México,
(33)
el oeste del Nilo y aislado por primera vez en 1937 en Uganda;
(30)
y la fiebre de chikunguña
que fue descrita como original de Tanzania en 1952
(34)
. Estas formas víricas en destaque son trasmitidas
por el mosquito Aedes aegypti e Aedes albopictus, un importante vector asociado a la proliferación de las
zoonosis.
(35,36)
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En virtud de ello, se ha podido verificar que las alteraciones post-infecciosas más usuales en las
dolencias víricas del zika, dengue, fiebre amarilla, fiebre del oeste del Nilo y fiebre de chikungunya, son
el síndrome de Guillain-Barré, el síndrome de Reye y el síndrome de Millar-Fisher, la leucoencefalitis, la
encefalitis, la mielopatía, la encefalopatía, la cerebelitis, la mielitis, los trastornos neurocognitivos y los
cambios en la regulación emocional.
(37,38)
Todavía, los efectos más drásticos están asociados a la
enfermedad del dengue y de la fiebre de chikungunya, mientras que en las demás afectaciones pueden
presentarse alteraciones post-infecciosas, pero con menor incidencia en la salud de la persona
recuperada.
(37,39)
De igual forma fue posible identificar síntomas post-infeccioso temporales y que a veces aparecen de
manera aislada como son cefalalgia o mialgia, artralgia, convulsiones,
(28,35)
y algunas veces síntomas
abdominales (dolor y diarrea), polineuropatías, parálisis flácida, parálisis de pares craneales, pérdida de
memoria a corto plazo, herniación de amígdalas cerebelosas y vómito hemorrágico. Importa referir que
estos síntomas pueden surgir también en la fase de incubación o infección de la enfermedad.
(29,35,36)
3. Virus Ébola (VE)
El virus Ébola fue identificado por primera vez en Bélgica (1972) cuando el científico Peter Piot
realizaba un estudio sobre dos brotes simultáneos de la enfermedad. Uno al norte de Sudán en Nzara y el
otro al norte de la República Democrática del Congo (conocida anteriormente como Zaire) en Yambuku,
que causó 318 infectados y 280 fallecidos. En esa época, la afectación provocada por el virus Ébola se
conocía como fiebre hemorrágica del Ébola y, al parecer, su origen estaba asociada a la administración
del frugívoro de la familia Pteropodidae (Hypsignathus monstrosus, Epomops franqueti y Myonycteris
torquata) en ciertos platos para consumo humano, como es el caso de la sopa de murciélago.
(28,41)
El pico más alto de la actual Enfermedad por virus Ébola (EVE) sucede en diciembre del 2013 que afectò
a una serie de países de África Occidental, como Guinea (Guinea-Conakri), Liberia, Sierra Leona,
Nigeria, Mali y Senegal. Una epidemia que se dividió en 24 brotes y que hasta el 2015, sólo en esta
región, había infectado más de 28.000 personas y más de 11.000 pacientes no logró recobrar y pasaron a
sumarse al número de defunciones por EVE. Si bien es cierto que el virus ha sufrido muchas variaciones
cuanto a su organización celular, gravedad y duración, también puede clasificarse en 4 fases clínicas:
fase febril, gastrointestinal, recuperación o shock, y complicaciones post-infecciosas.
(29,35,40)
Sobre la última fase, importa referir que las situaciones más frecuentes son las alteraciones oculares
(dolor retroorbital y visión borrosa), pérdida de audición, déficits neurológicos y cognitivos, trastornos
del sueño, hipotiroidismo, artralgias, anorexia, lumbalgia, mialgias, cefalalgia, fatiga, parotiditis
supurativa y otros síntomas constitucionales.
(36)
Además, puede surgir insuficiencia renal, hepática,
respiratoria y encefalitis, esta última asociada a edemas cerebrales, hemorragias, convulsiones y
encefalopatía transitoria con delirio o psicosis.
(28,36,40,41)
4. El coronavirus (Coronaviridae)
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Los coronavirus humanos (HCoV) fueron identificados por primera vez en 1960, en el Reino Unido.
Presentaban una capacidad leve o moderada de infección del tracto respiratorio, al menos en los grupos
229E, NL63, OC43 y HKU1, identificados en ese entonces. El virus fue evolucionando y en noviembre
de 2002, en Guangdong, al sur de China surge el SARS-CoV capaz de producir un Síndrome
Respiratorio Agudo Grave que infectó a más de 8.000 personas de las cuales fallecieron al menos 1.000
por la severidad de la infección. Se cree que el virus se desarrolla a partir de la manipulación del gato
civeta (Viverra civetta) o del perro mapache (Paguna larvata), utilizados para consumo humano.
(42,45)
Una década después, en el 2012, cerca de la región de Zarqa, al norte de Jordania se origina el MERS-
CoV (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio); igualmente oriundo de la manipulación de carne animal,
concretamente de la carne de camello (Camelus dromedarius), utilizada para los rituales de la
conmemoración del Hajj (peregrinación a la Meca); su impacto en la salud pública fue menor, causando
poco más de 1.523 casos de infección y 544 defunciones. Sin embargo, sería en Wuhan, capital de la
provincia de Hubei en China, en el diciembre del 2019 que se daría a conocer el SARS-CoV-2,
responsable por la enfermedad covid-19; y oriundo del manejo de carne del pangolín (Manis
pentadactyla).
(43,44)
El 31 de diciembre de 2022, dos años después de la identificación del SARS-CoV-2, el virus había
infectado a 664.764.482 personas, y la covid-19 contaba con 6.696.820 defunciones. No obstante este
nuevo coronavirus debido a su alto impacto en la salud de los pacientes y al número de individuos
recuperados expone algo que hasta entonces no se había considerado con tanta preocupación, las
complicaciones post-infecciosas. No difieren de las encontradas en el SARS-CoV y MERS-CoV, pero
ahora, afecta millones de personas que además, están en edad productiva, tanto en lo económico como en
lo social, es decir, con influencia para todo y cualquier problema o determinante socioeconómico
mundial.
(42,43,44)
De esta manera las principales afectaciones post-infecciosas de la covid-19 son los accidentes
cerebrovasculares, la encefalitis, la encefalomielitis diseminada aguda, la encefalopatía transitoria con
delirio o psicosis y el síndrome de Guillain-Barré, así como en otros coronavirus, pero con agravantes
neurocognitivas y neuropsiquiátricas. Importa referir, que las afectaciones neurológicas enunciadas se
describen a partir de cuadros de ceguera cortical, dificultad para coordinar los movimientos, debilidad o
incapacidad para ejecutar movimientos oculares o faciales, paresia, hemiparesia, dolor crónico,
alteración del ritmo cardiaco, de la tensión arterial y del control de esfínteres, entre otras problemáticas
incapacitantes.
(42,45)
5. Viruela símica
La viruela símica (o del mono) de tipo Orthopoxvirus (Poxviridae - Chordopoxvirinae) se identificó por
primera vez en 1958, y en 1970 surgió el primer caso humano en un hospedero infantil en la República
Democrática del Congo (es muy similar al virus de la variola - viruela) y actualmente, su propagación se
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ha relacionado con la sexualidad entre hombres: homosexuales y bisexuales, aunque su transmisión
puede realizarse por otras formas.
(46,47)
Sobre sus complicaciones post-infecciosas de la viruela símica se conoce poco. Primero, porque es un
virus que emerge 50 años después de su identificación y segundo debido a la inexistencia de
investigaciones sistematizadas sobre personas recuperadas de la enfermedad.
(46,50)
No obstante, se puede
referir la encefalitis, que en este caso se conoce como encefalitis varicelosa, la cerebelitis, la piomiositis,
la miocarditis (típicas de infarto agudo de miocardio), las afectaciones oftálmicas (como retinitis
hemorrágicas, uveítis anterior, queratinitis infecciosa) y la trombocitopenia. En cambio, para los
síntomas post-infecciosos se encontraron convulsiones, dolores musculares y de cabeza, fatiga, fiebre,
vómitos, y en algunas situaciones ansiedad y depresión después del alta clínica.
(48,49,50)
En resumen, las complicaciones post-infecciosas permanentes con mayor impacto se clasifican
considerando al menos dos coincidencias (tabla 1), es decir, que la afectación producida en el paciente
recuperado sea efectiva al menos en dos diferentes enfermedades víricas.
Tabla 1. Afectaciones víricas post-infecciosas permanentes
Afectación
Influenza
Vector
Ébola
Coronavirus
Viruela símica
Encefalitis
x
x
x
x
x
Encefalopatias
x
x
x
Mielitis
x
Síndrome cerebeloso
x
x
x
Síndrome de Reye
x
x
Síndrome de Guillain Barré
x
x
x
Regualción emocional
x
x
x
x
Limitaciones sensoriales
x
x
x
Trastorno neurocognitivo
x
x
x
x
Trastorno psiquiátrico
x
x
x
Fuente: elaborada por los autores
Se realizó el mismo ejercicio para los síntomas post-infecciosos temporales con mayor impacto (tabla 2),
considerando para su clasificación una incidencia mínima de al menos dos diferentes enfermedades
víricas.
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Tabla 2. Síntomas víricas post-infecciosas temporales u permanentes
Síntomas
Vector
Ébola
Coronavirus
Viruela símica
Debilidad física
x
x
Dolor
x
x
x
x
Convulsiones
x
x
x
Parálisis
x
x
Vómito hemorrágico
x
Artralgia
x
x
Fuente: elaborada por los autores
Se excluyen de la revisión dos importantes virus zoonóticos, el primero, es el virus de la
Inmunodeficiencia Humana (VIH), aunque presenta innúmeros cambios neuropsicológicos a lo largo de
la enfermedad, hasta el momento no tiene cura y como tal, tampoco pacientes recuperados. El VIH fue
identificado en 1981 en EUA, pero al parecer se originó en 1930, por el contacto humano con la sangre
infectada de simios, a través de las heridas y cortes infligidos en las cacerías realizadas en África. La
teoría asume que uno de dichos simios estaba infectado con el virus de Inmunodeficiencia de los Simios
(VIS), y que la transmisión del virus al humano implico la mutación al VIH, que hasta el final de 2020
contaba con 79 millones de infecciones y 36 millones de defunciones por todo el mundo.
(51,52,53)
Mientras que el segundo virus es el de la rabia, una afectación que está asociada a la familia del
Rhabdoviridae (Lyssavirus) y que se considera, igualmente, mortal. La rabia surge en las primeras
civilizaciones de Oriente Medio, incluso se cita en la Ilíada de Homero (Héctor el rabioso) y se considera
como una de las enfermedades infecciosas más mortales; se estima que al año genera entre 35.000 y
50.000 defunciones. La vacuna antirrábica apareció en 1885, de las manos de Louis Pasteur, y salvó a la
primera víctima de rabia, un niño (Joseph Meister) con múltiples mordeduras de un perro rabioso.
(54,55)
Conclusiones
Las complicaciones post-infecciosas permanentes con mayor influencia en el funcionamiento
neuropsicológico del paciente son: encefalitis con incidencia focal y sin participación meníngea, por lo
general porque presenta cambios en la memoria y funciones ejecutivas; la encefalopatía con déficits
focales mnésicos y desarticulación motora fina; mielitis, síndrome cerebeloso y síndrome de Guillain
Barré, por instabilidad en la marcha, ataxia y temblor; síndrome de Reye o trastornos neuropsiquiátricos.
Estas entidades están asociados a comportamientos de tipo irracional, agresivo, desorientación, debilidad
muscular, cambios en el nivel de consciencia y episodios psicóticos (alucinaciones o delirios); regulación
emocional, por el estrés, ansiedad y depresión; disfuncionalidad sensorial y déficits cognitivos.
En el caso de los síntomas víricos post-infecciosas temporales u permanentes con mayor impacto en el
funcionamiento neuropsicológico se identificó: la debilidad física, con las limitaciones esperadas en la
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psicomotricidad general (gruesa y fina); y las parálisis, sobre todo, la parálisis facial, hemiplejia y
hemiparesia.
Parece evidente que la mayoría de las complicaciones y de los síntomas permanentes o temporales post-
infecciosos por zoonosis víricas necesitan de rehabilitación neuropsicológica (directa o indirectamente)
asociada a la estimulación cognitiva y al desarrollo de la regulación emocional. Así como en la
intervención, la evaluación también debe considerar que ciertos déficits previos pueden empeorar o
desarrollarse hacia comorbilidades o dolencias independientes por influencia de las situaciones post-
infecciosas referidas anteriormente, y necesitan de instrumentos de evaluación y programas de
intervención específicos.
La intervención del neuropsicólogo en situaciones que impliquen el agravamiento de los déficits previos
o el aparecimiento de nuevas comorbilidades, síntomas o dolencias, sería indispensable para minimizar o
compensar el daño cerebral del paciente, bien como su bienestar clínico y subjetivo.
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Conflicto de intereses
Los autores declaran que no existen conflictos de intereses.
Contribución de autoría
Todos los autores participaron en la revisión de la bibliografía y análisis de los datos recogidos. Hicieron
aportes circunstanciales al desarrollo de la investigación. Participaron, revisaron y aprobaron la versión
final del artículo.