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Revista del Hospital Psiquiátrico
de La Habana
Volumen 19 | Nº 3 | Año 2022 ISSN: 0138-7103 | RNPS: 2030
_____________________________________________
Editorial
Adicciones y COVID-19: El papel del neuropsicólogo y los nuevos retos
Addiction and covid-19 - The role of the neuropsychologist and the new
challenges
Charles Y. da Silva Rodrigues
1,2
1
Universidad de Guanajuato. Guanajuato, México.
2
Sistema Nacional de Investigadores (SIN). Ciudad de México, México.
Recibido: 22/12/2022
Aceptado: 23/12/2022
Introducción
El consumo crónico de sustancias psicoactivas puede ocasionar una serie de alteraciones
neuropsicológicas, conforme se ha podido comprobar en trabajos previos de
investigación, en los que se comparan personas con trastornos relacionados con
sustancias (TRS), abstemias y no consumidoras, para indagar sobre el nivel e impacto
de la ingesta. En este sentido, existe un cierto consenso que dichos cambios inciden en
los mecanismos de atención, memoria, funciones ejecutivas y lenguaje.
(1,2)
A lo
anterior, se añade la actual preocupación de cómo las secuelas posinfecciosas de la
COVID-19 continuarán afectando a los pacientes con TRS.
(3,4)
La elevada capacidad patogénica del nuevo coronavirus, SARS-CoV-2, pone en evidencia
una serie de manifestaciones neuropsicológicas que surgen en los pacientes recuperados
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de COVID-19, y que se describen a partir de síndromes como el de Guillain-Barré, Reye
o Millar-Fisher; hemorragia subaracnoidea, encefalitis, meningoencefalitis, cerebelitis,
encefalomielitis aguda diseminada, encefalopatía, mielopatía inflamatoria,
alteraciones de nervios craneales; pero, sobre todo, el incremento de trastornos
cognitivos y emocionales previos a estas secuelas.
(5)
Esto, adicionalmente, a los
trastornos psiquiátricos que se pueden desarrollar como consecuencia del consumo,
patología dual.
(4,6)
Estas secuelas generadas a partir de la recuperación completa de la enfermedad COVID-
19 coinciden, en su mayoría, con las complicaciones posinfecciosas del SARS-CoV, MERS-
CoV y por supuesto, de otras enfermedades zoonóticas virales y bacterianas.
(5)
Si bien
es cierto que este no es un tema recurrente en la investigación científica, sobre todo,
porque muchas zoonosis no tienen cura o no dejan secuelas, también es cierto que la
COVID-19 genera una serie de problemas que pueden ser incapacitantes para la persona,
inclusive, pueden obligar a que determinados pacientes necesiten de la supervisión de
otro adulto de por vida.
(5,6)
Por lo anterior, parece urgente habilitar a las instituciones públicas de salud para
evaluar, diagnosticar y asegurar el seguimiento multidisciplinario de personas con TRS
o patología dual, concomitante con complicaciones posinfecciosas de COVID-19.
(3)
A
pesar de que lo más importante sería que estos mismos espacios de primer contacto
dispongan de protocolos y programas de rehabilitación neuropsicológica, con el
propósito único de poder minimizar los cuadros de afectación cerebral que puedan
presentar dichos pacientes.
(4,5)
Trastornos relacionados con consumo de sustancias
Existe numerosa literatura sobre los cambios de la funcionalidad neuropsicológica en
personas con TRS y abstemios, de hecho, la mayoría de esas investigaciones coinciden
en que las limitaciones más frecuentes surgen en los mecanismos de orientación (no se
aplica a los abstemios), atención, concentración, memoria, lenguaje y funciones
ejecutivas.
(6)
Sin embargo, cuando en vez de comparar estos grupos con personas no
consumidoras, se comparan entre sí, puede verificase un menor número de déficits
significativos, puesto que apenas se hallan limitaciones en la atención, concentración y
funciones ejecutivas.
(7,8)
Los datos arrojados por las evaluaciones neuropsicológicas deben ser analizados
juntamente con la capacidad que el sujeto tiene para regular sus emociones, dado que,
en lo general, se ha podido verificar que personas con estrés exhiben un 27 % más de
cambios en los mecanismos atencionales, es decir, a mayor estrés, menor capacidad de
atención y supervisión del entorno. El mismo estrés, asociado a síntomas de ansiedad
puede incrementar en un 25 % la inoperatividad de la memoria, en un 30 % la falta de
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producción y entendimiento del lenguaje y en un 37 % la habilidad de manejo de las
funciones ejecutivas, considerando que estos cambios de nivel emocional-cognitivo se
comprobaron tanto en personas con TRS como en abstemios.
(6,7,8)
Asimismo, importa referir que la depresión se presentó como una manifestación central
para las personas que están en proceso de abstinencia (no con síndrome agudo de
abstinencia), a pesar de que no afectó el desempeño de ningún proceso cognitivo.
(8)
Según los trabajos de investigación consultados, las personas con TRS y abstemios
presentaban un estado de ánimo de tipo deprimido asociado a la habitual falta de
interés, desmotivación, pérdida de apetito y exceso de sueño.
(6,7)
En la literatura consultada se pudo encontrar diversos trabajos de investigación que
buscan desarrollar correlaciones entre los procesos cognitivos y los rasgos de
personalidad de los individuos con TRS y abstemios, esto con el intuito de crear una
evaluación neuropsicológica más holística y de acorde con la expresión psíquica del
paciente.
(5)
Por consiguiente, cuando se comparan personas con TRS y abstemios, con
personas no consumidoras, se observa un aumento significativo del neuroticismo (rasgo
de personalidad del Big Five Factor) de tal manera que afecta el buen funcionamiento
de la atención en un 27 %, de las funciones ejecutivas en un 28 % y de la memoria en un
32 %, o sea, cuando estos individuos tienden a experimentar estados emocionales
negativos como la preocupación o la tristeza, se incrementa la incapacidad de atender
a los estímulos del entorno, de recordar o de responder a situaciones de la
cotidianeidad.
(6,7,8)
Secuelas posinfecciosas de COVID-19 en las adicciones
Sobre las complicaciones posinfecciosas de COVID-19 existen algunos trabajos publicados,
por desgracia, no son muchos, pero en general, coinciden en que existe un incremento
significativo de los déficits neuropsicológicos del lenguaje y de las funciones ejecutivas
en personas con TRS y antecedentes de COVID-19, al menos cuando se compara su
desempeño funcional con personas con TRS y sin antecedentes de COVID-19. Esto no quita
un aumento, aunque no significativo, de las demás afectaciones cognitivas que suelen
tener las personas con TRS.
(4,5,6)
Cuanto a la regulación emocional sucede algo similar a los resultados anteriores, o sea,
se verifica un incremento claro de los cambios emocionales cuando la persona está
diagnosticada con TRS y padece de secuelas de COVID-19, pero, además, se identificó
una relación de afectación mutua entre los mecanismos cognitivos y la regulación
emocional.
(5)
Así, se pudo verificar un incremento de los niveles de estrés de estos
pacientes, aunque sin afectaciones cognitivas; mientras que el aumento de la ansiedad
está relacionado con una afectación recíproca de un 42 % con la orientación y de un
35 % con los mecanismos atencionales.
(7)
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Estos hallazgos permiten reflexionar sobre las alteraciones neuropsicológicas en
personas con TRS y evidencia de COVID-19, considerando el incremento de déficits
cognitivos y el aumento de los niveles de la regulación emocional.
(3,5)
En lo que
concierne a las alteraciones neuropsicológicas, importa evidenciar dos aspectos, por un
lado, las limitaciones en el lenguaje, porque esta es la base de la interacción y de la
comunicación y, por otro, las funciones ejecutivas, puesto que limitan los procesos de
toma asertiva de decisiones, planificación, evaluación, supervisión y realización de
tareas, y que además se agravan frente al incremento de los niveles de estrés y de la
ansiedad.
(6,7)
Siendo así, parece evidente que una persona con TRS y alteraciones cognitivas derivadas
del consumo previo de sustancias psicoactivas, al contagiarse y padecer de secuelas de
la COVID-19 podría, en algún momento, presentar un incremento significativo de sus
déficits cognitivos y de su capacidad de la regulación emocional, en suma, un aumento
de las alteraciones funcionales o neuropsicológicas.
(2,6)
Además, esta situación no retira
que el paciente pueda padecer también de cualquier otra limitación neurológica por
COVID-19, como las enunciadas anteriormente o incluso, que padezca de alguna
enfermedad psiquiátrica, patología dual.
(4,7)
El neuropsicólogo y la rehabilitación neuropsicológica
El neuropsicólogo ha demostrado ser un elemento fundamental en los equipos de salud
multidisciplinarios, en lo esencial, por las habilidades que presenta cuanto a la
evaluación, intervención y rehabilitación neuropsicológica de las afectaciones y
enfermedades neurológicas. El principal propósito de este profesional de la salud es
maximizar la funcionalidad del paciente mientras que contrarresta, de manera
sincrónica, las pérdidas de acción por daño en el tejido nervioso encefálico, a través de
una reorganización de las redes neuronales y un restablecimiento compensatorio de los
mecanismos neurocognitivos.
(9,10)
Este trabajo de los neuropsicólogos ha repercutido en
su mayor participación en importantes áreas sanitarias, tales como servicio de urgencias
hospitalario, geriatría, oncología y por supuesto, en las adicciones.
(11)
En las adicciones, el neuropsicólogo tiene varias áreas de intervención, entre ellas,
rehabilitar el daño cerebral o alteraciones funcionales presentadas por el paciente,
estimular déficits cognoscitivos (recuperación y manutención), proporcionar apoyo
emocional (trabajar estrategias de afrontamiento y adaptación) y todo lo que esté
asociado al desarrollo de una comunicación asertiva con los amigos y familiares.
Asimismo, deberá asesorar a las personas más cercanas al enfermo sobre las alteraciones
funcionales que sufre y de qué manera pueden proporcionar el apoyo justo y
necesario.
(10,11)
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Cuando la persona con TRS presenta alteraciones cognitivas sin afectaciones en las
tareas de la vida diaria, el neuropsicólogo debe establecer programas de estimulación
de los procesos cognitivos, sean para manutención o desarrollo. Mientras que en los
casos de afectación funcional, el profesional debe estar orientado casi en exclusivo, a
la rehabilitación.
(8,9)
Este es un proceso de reeducación de las redes neuronas, en el que
se pretende que el paciente recupere habilidades que puede haber perdido derivado
del consumo de sustancias psicoactivas. En ciertos casos, la rehabilitación termina con
un entrenamiento específico de la cognición, una estimulación compensatoria que está
orientada a la funcionalidad.
(10)
En los casos concretos de rehabilitación, el neuropsicólogo debe evaluar las necesidades
del paciente con TRS, sus debilidades y fortalezas psicológicas (cognición, regulación
emocional y personalidad), diseñar un programa específico para el restablecimiento
adaptativo de las redes funcionales más afectadas y trabajar enfocado en el logro de
los objetivos de ese mismo programa.
(9,10)
No estará demás recordar, que lesiones
similares no tienen necesariamente que presentar estrategias de rehabilitación
parecidas; por eso la evaluación es tan importante para el neuropsicólogo, porque a
partir de la medición podrá determinar con seguridad la afectación y como tal, priorizar
actividades con más posibilidades de contribuir al restablecimiento de las funciones,
adaptándolas al funcionamiento de un cerebro en recuperación.
(8,11)
En la fase inicial de la rehabilitación el neuropsicólogo debe participar de manera
activa, constante, debe ayudar o proporcionar pistas al paciente para que sea capaz de
realizar las tareas o actividades propuestas y que, además, vaya incrementando su
motivación y confianza; por eso, la dificultad de las acciones rehabilitadoras debe
aumentar de manera progresiva. Posteriormente, el neuropsicólogo debe ser cada vez
menos intervenido en el proceso de rehabilitación, para que el paciente pueda ir
desarrollando sus propias habilidades de sistematización de las acciones, bien como su
autoconfianza.
(10,12)
Los programas de rehabilitación deben estar basados en la literatura, y seguir con rigor
la fundamentación teórica escogida, para que así, su base científica sea consistente y
permita una jerarquización de las actividades, de los propósitos de esas actividades y
del incremento de dificultad del programa; de la sistematización de las tareas y de su
importancia terapéutica. La teoría avala el propósito de cada tarea o actividad, sin
excepción.
(9,11,12)
La fundamentación teórica deberá cambiar en función del tipo de programa, que podría
estar orientado a la restauración, compensación o sustitución de los procesos afectados;
a nivel de la restauración se trabaja la recuperación del proceso que se encuentra
disfuncional, a partir del entrenamiento; la compensación, se aplica para reorganización
de procesos con el objetivo de que las capacidades preservadas pueden ejercer una
minimización de los déficits a recuperar; y la sustitución, que se aplica cuando las
técnicas anteriores no se pueden implementar o no responden a la intervención como
se esperaba.
(9,10)
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Si a estas cuestiones, entre otras, agregamos los problemas de disponibilidad de tiempo
de los pacientes, que deberían rehabilitarse casi inmediatamente después de la
afectación; de dinero, porque son sesiones de 45 o 50 minutos que necesitan de una
continuidad en casa, y de al menos 4 sesiones semanales con el profesional de la salud,
o sea, con el neuropsicólogo; y sobre todo, de una buena red de apoyo, porque un buen
proceso de rehabilitación neuropsicológico implica muchas horas de trabajo, de
traslados y asistencia de otros profesionales de la salud, como sea del psicoterapeuta,
nutriólogo, rehabilitador físico, entre otros.
(9,11,12)
Los nuevos desafíos para la neuropsicología de las adicciones
Si bien la neuropsicología de las adicciones se considera un área del conocimiento
bastante compleja, en lo esencial, porque cada paciente es un caso distinto, y a causa
de un importante aumento del consumo de sustancias psicoactivas sintéticas, también
es cierto que la neuropsicología es una especialidad de la psicología clínica
acostumbrada a la interacción multidisciplinaria, sea con los especialistas de la
psiquiatra, por cuestiones relacionadas con la patología dual o con psicoterapeutas,
cuando es indispensable asegurar la minimización de traumas y afectaciones de la
regulación emocional.
(4,10)
La patología dual se conceptualiza como un padecimiento simultaneo de una patología
mental con un trastorno por consumo de sustancias adictivas, pero considerando que
ambas dolencias son primarias y de etiologías independientes. Esto, porque en ciertos
casos el trastorno mental puede generar una conducta adictiva, consumir para olvidar,
y en otros, el consumo crónico de sustancias puede desencadenar una cierta
predisposición a la psicopatología. Aparte, en estos casos el paciente con déficits
cognitivos y enfermedad mental (sea trastorno bipolar, espectro esquizofrénico, entre
otros) debe ser acompañado al menos por un neuropsicólogo y un especialista en
psiquiatría.
(5,7,10)
En la actualidad, además del trabajo multidisciplinario, el neuropsicólogo tendrá que
enfrentar una realidad donde el paciente, con TRS y secuelas posinfecciosas de COVID-19,
presentaproblemas funcionales bastante s importantes, implicando una intervención
cada vez s inmediata, con mayor tiempo de trabajo semanal y probablemente con un
incremento en el tiempo total de aplicación del programa de rehabilitacn. Con pensar,
únicamente, en estos factores sería necesario que el paciente tuviera una mayor
disponibilidad de tiempo, de presupuesto económico y de redes de apoyo.
(7,10)
Por consiguiente, las instituciones de salud pública tienen la responsabilidad de estar
preparadas para recibir más pacientes con estas características, contando con
neuropsicólogos especializados en evaluación y rehabilitación de personas con TRS,
programas de intervención actualizados para los efectos posinfecciosos de la COVID-19,
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y grupos multidisciplinarios orientados al proceso de rehabilitación. No podemos ignorar
que este fenómeno afecta, en lo esencial, a adultos en edad productiva, y el que no
tengan una intervención eficaz podría suponer una mayor carga económica para los ya
agotados sistemas de salud pública.
(5,10)
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Conflicto de intereses
El autor declara que no tiene conflicto de intereses.