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de COVID-19, y que se describen a partir de síndromes como el de Guillain-Barré, Reye
o Millar-Fisher; hemorragia subaracnoidea, encefalitis, meningoencefalitis, cerebelitis,
encefalomielitis aguda diseminada, encefalopatía, mielopatía inflamatoria,
alteraciones de nervios craneales; pero, sobre todo, el incremento de trastornos
cognitivos y emocionales previos a estas secuelas.
(5)
Esto, adicionalmente, a los
trastornos psiquiátricos que se pueden desarrollar como consecuencia del consumo,
patología dual.
(4,6)
Estas secuelas generadas a partir de la recuperación completa de la enfermedad COVID-
19 coinciden, en su mayoría, con las complicaciones posinfecciosas del SARS-CoV, MERS-
CoV y por supuesto, de otras enfermedades zoonóticas virales y bacterianas.
(5)
Si bien
es cierto que este no es un tema recurrente en la investigación científica, sobre todo,
porque muchas zoonosis no tienen cura o no dejan secuelas, también es cierto que la
COVID-19 genera una serie de problemas que pueden ser incapacitantes para la persona,
inclusive, pueden obligar a que determinados pacientes necesiten de la supervisión de
otro adulto de por vida.
(5,6)
Por lo anterior, parece urgente habilitar a las instituciones públicas de salud para
evaluar, diagnosticar y asegurar el seguimiento multidisciplinario de personas con TRS
o patología dual, concomitante con complicaciones posinfecciosas de COVID-19.
(3)
A
pesar de que lo más importante sería que estos mismos espacios de primer contacto
dispongan de protocolos y programas de rehabilitación neuropsicológica, con el
propósito único de poder minimizar los cuadros de afectación cerebral que puedan
presentar dichos pacientes.
(4,5)
Trastornos relacionados con consumo de sustancias
Existe numerosa literatura sobre los cambios de la funcionalidad neuropsicológica en
personas con TRS y abstemios, de hecho, la mayoría de esas investigaciones coinciden
en que las limitaciones más frecuentes surgen en los mecanismos de orientación (no se
aplica a los abstemios), atención, concentración, memoria, lenguaje y funciones
ejecutivas.
(6)
Sin embargo, cuando en vez de comparar estos grupos con personas no
consumidoras, se comparan entre sí, puede verificase un menor número de déficits
significativos, puesto que apenas se hallan limitaciones en la atención, concentración y
funciones ejecutivas.
(7,8)
Los datos arrojados por las evaluaciones neuropsicológicas deben ser analizados
juntamente con la capacidad que el sujeto tiene para regular sus emociones, dado que,
en lo general, se ha podido verificar que personas con estrés exhiben un 27 % más de
cambios en los mecanismos atencionales, es decir, a mayor estrés, menor capacidad de
atención y supervisión del entorno. El mismo estrés, asociado a síntomas de ansiedad
puede incrementar en un 25 % la inoperatividad de la memoria, en un 30 % la falta de