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Revista del Hospital Psiquiátrico
de La Habana
Volumen 19 | Nº 1 | Año 2022 ISSN: 0138-7103 | RNPS: 2030
_____________________________________________
Artículo de revisión
Intervención neuropsicológica y psicooncológica en pacientes con
tumoración
Neuropsychological and Psycho-oncological Intervention in Patients with
Tumor
Charles Y. da Silva Rodrigues
1,2
Paula A. Carvalho de Figueiredo
1,3
1
Universidad de Guanajuato. Guanajuato, México.
2
Sistema Nacional de Investigadores (SIN). Ciudad de México, México.
3
Universidad Abierta de Lisboa, Centro de Estudos das Migrações e das Relações
Interculturais (CEMRI). Lisboa, Portugal.
Recibido: 17/1/2021
Aceptado: 28/8/2021
RESUMEN
Introducción: En situaciones de desarrollo normal y patológico la modificación
adaptativa del comportamiento humano es posible gracias a la plasticidad cerebral.
Objetivo: Efectuar una revisión de la bibliografía sobre las formas de intervención
psicológica más comunes en pacientes oncológicos, considerando la intervención
neuropsicológica y psicooncológica.
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Método: Se revisaron artículos, libros, manuales y documentos especializados de
producción científica publicados entre los años 2010 y 2021 en las bases de datos:
Ebscohost, Scopus, Springer, BioOne, Cambridge Journals Collection, Elsevier Science
Direct, Wiley Online Library, Nature y Emerald, además se utilizaron bases de datos de
acceso libre: Google Bocks, Google Scholar, PubMed, Dialnet, SciELO, DOAJ, Latindex y
REDIB, empleando descriptores en inglés, portugués o español.
Desarrollo: Por medio del programa para análisis de datos cualitativos ATLAS.ti, versión
9.1.3, fue posible realizar una clasificación por familia de las categorías “intervención
no farmacológica” y “enfermedad oncológica”. Las redes relacionales obtenidas
permitieron realizar la revisión bibliográfica.
Conclusiones: Se ha verificado que tanto la intervención neuropsicológica como
psicooncológica son eficaces en el mejoramiento de pacientes con enfermedad
oncológica, desde lo cerebral hasta al bienestar subjetivo. Estas ayudan al manejo de
síntomas cognitivos, conductuales y las alteraciones emocionales, productos del proceso
de la enfermedad. En ocasiones, el terapeuta adopta el rol de interlocutor, útil en la
comunicación paciente-familia-personal de salud.
Palabras clave: intervención; neuropsicología; psicooncología; cáncer; oncología.
ABSTRACT
Introduction: In situations of normal and pathological development, the adaptive
modification of human behavior is possible due to brain plasticity.
Objective: Carry out a literature review on the most common forms of psychological
intervention in cancer patients, considering neuropsychological and psycho-oncological
interventions.
Method: Articles, books, manuals and specialized documents of scientific production
published between 2010 and 2021 were reviewed in the following databases: Ebscohost,
Scopus, Springer Protocols, Springer Journals, BioOne, Cambridge Journals Collection,
Elsevier Science Direct, Wiley Online Library, Nature, Emerald, Google Bocks, Google
Scholar, PubMed, Dialnet, SciELO, DOAJ, Latindex and REDIB, using descriptors in
English, Portuguese or Spanish.
Development: It was possible to make a classification by family of the categories “non-
pharmacological intervention” and “oncological disease”, using the qualitative data
analysis program ATLAS.ti, version 9. The relational networks obtained allowed to carry
out this literature review.
Conclusion: It has been verified that both neuropsychological and psycho-oncological
intervention are effective in improving patients with oncological disease, from the brain
to subjective well-being of the person. These interventions help to manage cognitive,
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behavioral symptoms and emotional disorders, as a result of the disease process.
Sometimes, the therapist adopts the role of interlocutor which is useful in patient-
family-health personnel communication.
Keywords: intervention; neuropsychology; psycho-oncology; cancer; oncology
Introducción
La modificación adaptativa de la conducta humana es posible gracias a la plasticidad
cerebral. En una situación natural, sin afectación, las neuronas, a través de su
arquitectura dendrítica, tienen una excepcional capacidad de reconfiguración de sus
redes que a su vez permiten direccionar la acción hacia las necesidades de la persona.
Este proceso tiene características propias para cada fase del desarrollo; en la infancia,
por ejemplo, se genera con la ontogenia que proviene a la elaboración de nuevos
circuitos; en la adultez se ve fortalecida por la neurogénesis, consolidando las redes
que con mayor frecuencia se activan en el cerebro; y en el envejecimiento se gestiona
la reserva cognitiva con base en el desarrollo celular de toda una vida.
(1,2)
El proceso de flexibilidad de las redes neuronales depende de los estímulos que existen
por millones en el entorno de cada persona. Están los naturales, a saber, dados por el
entorno e interacción social y que producen un desarrollo celular y adaptativo
indispensable para adecuarse a la vida; pero además están los estímulos operados por
profesionales de la salud, entre otros, el neuropsicólogo, quien propone reajustes en
regiones que presentan daño. En el campo de la psicología se podría hablar de la
estimulación cognitiva que tiene como objetivo desarrollar redes que al momento no se
encuentran con la destreza natural esperada para determinado paciente y en
determinadas circunstancias.
(2,3)
Así, el desarrollo cerebral requiere un entorno enriquecido y acompañado de actividades
estimulantes que provean al individuo un buen proceso de adaptabilidad conductual y
afectiva. Para que el desarrollo humano sea normal, es importante evitar situaciones
de tensión y angustia, porque la sintomatología asociada al estrés perjudica el proceso
de plasticidad, esencialmente en el ámbito de la neurogénesis. De hecho, en los casos
de la neurogénesis se ha podido verificar que casi la mitad de las nuevas células pasan
por un proceso natural de necrosis y otra gran parte, destinadas a la migración neuronal,
frente al estrés también mueren.
(1,4)
En lo que concierne a la plasticidad poslesional, se puede decir que se presenta como
la capacidad de regeneración o cambio que sigue a la recuperación clínica parcial o
completa posterior a lesiones periféricas o centrales del sistema nervioso. Las neuronas
funcionales sustituirán, en parte, las funciones de neuronas perdidas por daño; sin
embargo, si bien hay determinadas redes que comparten axones y dendritas de neuronas
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establecidas funcionalmente por actividad similar, también es cierto que después de
una lesión las funciones no pueden retomar la misma eficacia que tenían antes.
(5,6)
Al igual que en las situaciones naturales de desarrollo, el proceso de plasticidad
posterior a un trauma o lesión puede ser natural, dependiendo únicamente de los
estímulos del entorno; puede ser controlado por un programa neuropsicológico con gran
capacidad de normalización en los primeros seis meses; pero es posible también que el
proceso se prolongue hasta un año después de la lesión. Cabe apuntar que la
recuperación depende mucho de factores como edad, estado de salud, área
comprometida, cantidad de tejido dañado, rapidez con la que se produjo o se desarrolló
el daño, existencia de otras enfermedades concomitantes además de los factores
ambientales y psicosociales.
(3,5)
En el caso de la rehabilitación realizada por un neuropsicólogo, primero evaluará las
necesidades, diseñará un programa específico para el restablecimiento adaptativo de
las redes funcionales más afectadas y trabajará enfocado en el logro de los objetivos
del programa. Es fundamental saber que lesiones similares pueden implicar actividades
radicalmente diferentes; lo importante de la evaluación es detectar las funciones
básicas y complejas que pueden estar afectadas por lesión subcortical o por afectación
cortical y, a partir de ese análisis, priorizar las actividades con más posibilidades de
contribuir al restablecimiento de las funciones, adaptándolas al funcionamiento de un
cerebro en recuperación.
(6,7)
En el proceso de evaluación, las pruebas deben ser aplicadas de manera que los
resultados revelen los trastornos responsables de los síndromes neurológicos o
neuropsicológicos, comorbilidades y toda afectación que contribuya directa o
indirectamente a las alteraciones neurocognitivas. Así, deben valorarse los efectos
fisiológicos ausentes y prominentes para entender las disfuncionalidades focalizadas y
las funciones que dependen del procesamiento de dos o más regiones corticales o
subcorticales. Deben considerarse las alteraciones premórbidas que quedarían en un
segundo plano de la intervención, principalmente por cuestiones de temporalidad y
eficacia de la rehabilitación sobre una afectación que tenga ya mucho tiempo.
(4,7)
La psicooncología es una especialidad psicológica que procura, en lo esencial, tratar al
paciente como un todo, como un individuo biopsicosocial que cuenta con las
capacidades para afrontar su enfermedad. Dentro de esta, se considera que el modelo
de intervención más eficiente es el cognitivo-conductual, esto debido a los logros
conseguidos en el tratamiento de pacientes oncológicos con hábitos y pensamientos
nocivos para la salud. Además se ha comprobado su efectividad en la aplicación de
técnicas y herramientas terapéuticas para el alivio de los síntomas cognitivos, afectivos
y conductuales e incluso para la minimización del dolor y maximización del bienestar
subjetivo, a través de la relajación y del enfoque mental.
(8)
En este sentido, se realizó una revisión bibliográfica con el objetivo de describir las
principales características de la intervención neuropsicológica, así como de las técnicas
y herramientas más importantes en la atención psicooncológica.
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Métodos
Se establecieron como criterios de elegibilidad para la presente revisión bibliográfica,
la fecha de publicación a partir del 2010, el idioma de los estudios escritos en inglés,
portugués o español; y que el método de las investigaciones fuera de tipo: estudio de
caso y controles, estudios de cohorte y estudios trasversales que presentaran
intervención neuropsicológica o psicooncológica en pacientes con tumoración. De esta
manera, se identificaron y revisaron publicaciones científicas de entre los años 2010 y
2021 en población adulta, hombres y mujeres de entre los 30 y 60 años de edad que
padecieran de enfermedad oncológica y que hubieran sido sujetos a intervención
neuropsicológica o psicooncológica.
(9)
Los artículos, libros, manuales y documentos especializados de producción científica se
recopilaron a través de una comprobación en las bases de datos electrónicas,
considerando las palabras claves más mencionadas en la bibliografía y recomendadas
por expertos en el área. La búsqueda se realizó en las fuentes de información disponibles
en el Sistema Bibliotecario de la Universidad de Guanajuato y que permitían el acceso
integral de las publicaciones seleccionadas: Ebscohost, Scopus, Springer, BioOne,
Cambridge Journals Collection, Elsevier Science Direct, Wiley Online Library, Nature y
Emerald, además se utilizaron bases de datos de acceso libre: Google Bocks, Google
Scholar, PubMed, Dialnet, SciELO, DOAJ, Latindex y REDIB, durante el primer semestre
de 2021, siendo que la última pesquisa se realizó el día 30 de junio de 2021.
(9)
Resultado del análisis
Los datos recogidos se procesaron a través del programa para análisis de datos
cualitativos ATLAS.ti, versión 9, siendo posible codificar la información de cada uno de
los documentos analizados, creando categorías objetivas y sistemáticas.
(10,11)
En este
caso, se realizó una clasificación por familia de categoría para intervención no
farmacológica, considerando las subcategorías: características de la intervención
neuropsicológica y técnicas y herramientas de la intervención psicooncológica; y la
categoría de enfermedad oncológica. Las redes relacionales obtenidas de este proceso
permitieron codificar, organizar e identificar referencias cruzadas de los conceptos, así
como la realización de esta revisión bibliográfica.
(11)
Intervención neuropsicológica
En la fase inicial de la intervención, el neuropsicólogo debe participar de manera activa,
ayudando y proporcionando pistas al paciente para que sea capaz de realizar las
actividades y que, además, vaya incrementando su motivación y confianza; por eso, la
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dificultad de las actividades debe incrementarse de manera progresiva. Posteriormente,
la intervención del neuropsicólogo en el proceso de rehabilitación del paciente tendrá
que ir disminuyendo pero al principio su apoyo es esencial para que este no se aburra o
se sienta incapaz de realizar las actividades.
(6,11,12)
Lo más importante del programa de rehabilitación es que debe estar fundado
teóricamente; su base científica debe ser consistente y permitir una jerarquización de
las actividades, de los propósitos de esas actividades y del incremento de dificultad del
programa; de la sistematización de las tareas y de su importancia terapéutica. La teoría
avala el propósito de cada tarea o actividad.
(2,13,14)
El trabajo multidisciplinario es otro factor que se debe considerar porque los trastornos
cognitivos, emocionales y conductuales son posteriores a la morbilidad oncológica, lo
que de por genera un nivel de complejidad muy alto para la intervención. En gran
parte de las situaciones de rehabilitación es importante que exista un acompañamiento
psicológico simultáneo, considerando que la intervención psicológica podría
incrementar la motivación y el éxito terapéutico de la rehabilitación del paciente. Es
evidente que en cada caso se debe proponer el apoyo multidisciplinario más conveniente
y eficaz para la situación del paciente.
(15,16)
La temporalidad y disponibilidad son dos factores de suma importancia para el
tratamiento. Sobre la temporalidad hay que resaltar que cuanto antes el paciente inicie
su rehabilitación, mejores resultados obtendrá. Se ha podido verificar clínicamente que
cuando un paciente empieza la rehabilitación inmediatamente después de su alta
médica los resultados de la rehabilitación son mucho mejores que cuando acude al
neuropsicólogo luego de meses desde su recuperación dica. La diferencia puede
verificarse con un menor éxito en una rehabilitación tardía de entre seis meses y un
año; y aun menor cuando la rehabilitación se aplica después del año.
(1,2,17)
La disponibilidad del paciente se refiere al tiempo de las sesiones y del mismo programa
de rehabilitación. Es frecuente que los neuropsicólogos realicen un plan de actividades
contemplando una sesión diaria de 45 minutos. No obstante, muchos pacientes, por
cuestiones económicas, se integran a programas con sesiones de dos a tres veces por
semana o, en casos más complejos, de una vez a la semana. Lo idóneo es que se trabaje
durante varias horas al día; con sus debidas pausas, se puede llegar a trabajar hasta seis
horas diarias. Los cambios más evidentes se reflejan en el tiempo de rehabilitación,
cuantas más horas de trabajo menos sesiones; y la eficacia funcional, que aumenta en
función de las horas de trabajo.
(18,19,20)
La rehabilitación neuropsicológica tiene un costo superior al que implica el
acompañamiento psicológico u otras terapias de especialidad; la diferencia estriba en
el tiempo que el neuropsicólogo dedica a su plan de intervención. La creación del
programa de rehabilitación puede llevar el doble de tiempo del necesario para su
implementación, además, después de cada sesión es necesario realizar un análisis del
desarrollo y los avances del paciente, lo que en ciertos casos implica un reajuste del
programa con cambios efectivos en las actividades que estaban propuestas. El proceso
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de rehabilitación incluye una evaluación progresiva del enfermo oncológico, de manera
que este y los demás aspectos son los que encarecen la intervención
neuropsicológica.
(3,4,7,21)
Algo que resulta fundamental explicar es que, independientemente del trabajo que el
paciente realice diariamente, es necesario que destine un tiempo para establecer y
consolidar las estrategias aprendidas y que las redes neuronales se adapten a una nueva
forma de funcionamiento. Este proceso depende mucho del conocimiento previo del
paciente, escolaridad, capacidades cognitivas antes de la afectación y de la velocidad
de procesamiento de la información que, por la tumoración, comúnmente no es la
misma. Entonces, deben tomarse en cuenta el tiempo y los recursos del paciente para
que el proceso de rehabilitación tenga los mejores resultados; y es por esta razón, entre
otras, que cada plan de trabajo se aplica en tiempos distintos.
(12,14,22)
Los programas neuropsicológicos de rehabilitación inciden esencialmente en tres
mecanismos neurocognitivos que en la enfermedad oncológica cerebral casi siempre
aparecen afectados y, por lo mismo, deben ser trabajados de manera muy específica:
la atención, considerando que es un déficit crucial y como tal debe ser de los primeros,
si no es que el primer mecanismo de intervención, porque resulta muy difícil integrar
habilidades o competencias más complejas en el programa sin que la atención esté
respondiendo de manera favorable; la memoria, indispensable para la comprensión y el
aprendizaje, considerando esencialmente la adaptación al entorno con el apoyo de
estrategias, utilización de mnemónicas y sistemas de memoria preservados.
(5,13,23)
El tercer mecanismo es probablemente el más dinámico: las funciones ejecutivas; y es
que, debido a su implicación en el comportamiento, requieren de un planeamiento y de
la elaboración y concretización de acciones, así como de la organización de los estados
mentales necesarios para que el paciente pueda tener claridad y consistencia de sus
objetivos a mediano y largo plazo. En este sentido, su rehabilitación debe orientarse al
control y monitoreo del comportamiento a partir del entendimiento de situaciones en
determinados momentos y orientar la acción, definir objetivos y ajustarlos a su estado
de salud, realizar ensayos para la solución de problemas a partir de sus limitaciones y
generar alternativas, lo mismo que un buen estado de supervisión de las acciones y de
sus resultados.
(8,17,20)
Los programas siempre están orientados a la restauración, compensación o sustitución
de los procesos cognitivos en los cuales se interviene; a nivel de la restauración se
trabaja la recuperación del proceso que se encuentra disfuncional, a partir del
entrenamiento; en la compensación, se reorganizan los procesos con el objetivo de que
las capacidades preservadas pueden ejercer una minimización de los déficits a
recuperar y la sustitución, que se aplica cuando las técnicas anteriores no se pueden
implementar o no responden a la intervención como se esperaba. Se encarga, entonces,
de generar estrategias para que el paciente pueda utilizar medios externos para
minimizar la afectación, como es la tecnología o las técnicas de comunicación, entre
otros.
(1,17,24)
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En los programas de rehabilitación, el paciente oncológico debe desarrollar actividades
que mejoren su funcionalidad a partir de tareas diseñadas por el neuropsicólogo donde
se utilizan materiales comunes y, al mismo tiempo, para que mejore sus habilidades
cognitivas debe tener un entrenamiento realizado con material tecnológico, más
concretamente con software específico. Existen softwares y plataformas de
rehabilitación que se trabajan desde la computadora y que son precisos para la
readaptación neurocognitiva frente al daño cerebral, ejemplo: RehaCom, CogniPlus,
Scientific Brain Training PRO, NeuronUP, entre otros.
(20,22,25)
Considerando la tecnología en situaciones donde se registren trastornos muy
importantes en la conducta del paciente o la regulación de determinados estados
fisiológico, se puede utilizar el neurofeedback con apoyo de la realidad virtual. Este
equipo permite condicionar las conductas con base en la verificación de los cambios
fisiológicos frente a determinados estímulos que comúnmente son visuales o auditivos,
no obstante, puede ser cualquier tipo de estímulo sensorial. Es un tipo de actividad no
invasiva que consiste en la colocación de electrodos en las regiones que se consideren
de mayor importancia para trabajar la conducta además de que, mientras se trabaja el
condicionamiento, se van obteniendo informaciones de tipo biológico que permiten
monitorear el estado del paciente.
(8,16,20)
Intervención psicooncológica
El psicólogo debe proporcionar al paciente oncológico un entorno terapéutico seguro en
el cual pueda exponer sus preocupaciones, dudas y expresar sus emociones libremente
y sin juicios de valor; el psicólogo debe construir una relación terapéutica capaz de
proporcionar a su paciente la sensación de estabilidad; debe también centrarse en una
orientación teórica flexible y adaptativa para facilitar el proceso de cambios constantes
por el cual pasa la persona en apoyo psicológico o psicoterapia; debe trabajar con base
en la empatía mostrando al paciente que es capaz de ver la situación desde su propia
perspectiva y, finalmente, en los casos que lo ameriten, ser un interlocutor activo entre
el paciente y el restante equipo multidisciplinario que le acompaña.
(1,25)
El tipo de intervención psicológica depende, en gran parte, del momento o etapa que
esté viviendo el paciente, de ocho principales, a saber: 1) cuando el individuo tienen
un diagnóstico reciente de enfermedad oncológica; 2) pacientes que se encuentran en
tratamiento oncológico activo; 3) pacientes que se encuentran en situación de remisión
tumoral parcial o total; 4) pacientes en los que la enfermedad a reincidido (recidiva) y
tienen que, una vez más, pasar por todos los procesos terapéuticos; 5) pacientes que
reciben un segundo diagnóstico oncológico; 6) pacientes que por la tumoración
adquieren alguna comorbilidad incapacitante; 7) pacientes que debido a la tumoración
presenten alteraciones mentales o cognitivas y 8) pacientes en cuidados paliativos o
fase terminal.
(1,2,26)
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Independientemente de las técnicas, el psicólogo necesita conocer y explorar diversos
aspectos relativos al paciente: su estado anímico y emocional; la forma como se va
desarrollando su enfermedad oncológica, las representaciones mentales que el paciente
tenga o que pueda ir creando sobre su enfermedad; sus mecanismos y capacidad de
afrontamiento frente a la salud y las consecuencias que haya generado su padecimiento;
el apoyo social y familiar del que dispone; si tiene algún tipo de enfermedad
psiquiátrica; los niveles de desesperanza y tristeza con los que vive diariamente; entre
otros, muy útiles para el mejor desarrollo de las sesiones.
(25,26)
A continuación, se detallan las técnicas y herramientas psicooncológicas más utilizadas
en los documentos analizados para esta revisión:
Terapia de orientación a la realidad
Trabaja con mecanismos atencionales al nivel de la orientación para situar al paciente
en su realidad actual a través de tiempo y espacio, y su acción inmersa ahí. La conexión
del paciente a su tiempo actual, pensando en la situación que vive desde diferentes
perspectivas, logra que mantenga un vínculo con la realidad; potencia un proceso de
descarga emocional que puede realizarse a través de la escritura, lectura o grabación
de audios; permite que el paciente orientado pueda retomar sus habilidades sociales
para participar activamente en los procesos terapéuticos; desarrolla el sentido de
comunicación y evita un aislamiento mental que resulta en desesperanza y
desánimo.
(25,27,28)
Terapia de validación
Se aplica para mejorar el tipo de comunicación de los cuidadores y familiares con
relación a pacientes con alteraciones cognitivas y tiene el propósito de reducir los
síntomas de ansiedad o de otros trastornos en la regulación emocional, por esta razón
el enfoque está direccionado hacia el contenido emocional e incide, sobre todo, en el
estableciendo de la escucha activa y de la empatía. El proceso amerita un tono de voz
tranquilo, bajo y con una forma de expresión lingüística clara y objetiva; las preguntas
no deben parecer amenazantes o intimidatorias; es mejor evitar preguntas como las
siguientes: ¿cuándo? ¿quién? ¿cómo? ¿por qué? y reformularlas como afirmaciones
siempre que se valore necesario y enfatizar las palabras clave; mantener el contacto
visual con el paciente y el contacto físico, este último, también cuando se considere
necesario.
(26,29,30)
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Descubrimiento guiado o discurso socrático
Se realiza a partir de un conjunto de preguntas abiertas y determinadas que pretenden
indagar sobre estilos de afrontamiento que puedan ser los más adecuados, útiles y
adaptativos para el paciente. Las preguntas se plantean en un contexto específico de
relación entre psicólogo y paciente, donde el profesional de la salud trabaja con base
en empatía, aceptación y congruencia.
(1,27,31)
Relación terapéutica de apoyo y colaboración
Pretende asegurar la confianza y cooperación del paciente oncológico, lo cual permite
que pueda tener esperanza en que tanto su cuadro sintomatológico como sus signos
emocionales irán disminuyendo a lo largo de las sesiones e, incluso, en que podrán
disiparse.
(1,32,33)
Aprendizaje de estrategias de afrontamiento cognitivo-conductual
Debe considerarse, sin ningún margen de dudas, que el paciente es el verdadero
conocedor de sus propias emociones y patrones conductuales; el psicólogo debe
aprovechar este conocimiento para ayudarle a modificar pensamientos distorsionados y
comportamientos inadecuados o de riesgo.
(34,35,36)
Reestructuración cognitiva
Se aplica en la argumentación psicológica de una determinada situación trabajando los
cambios emocionales, de comportamiento y fisiológicos del paciente; en la enfermedad
oncológica es muy utilizada para la identificación de pensamientos negativos que se
presentan en el transcurso del padecimiento. El psicólogo debe transformar
paulatinamente esos pensamientos disruptivos y desmotivadores en ideas claras que
apoyen al paciente en la adaptación sistemática de nuevos procesos terapéuticos,
alteraciones sintomatológicas, procesos de entendimiento con la familia, entre otros
factores que implican que el paciente esté motivado y preparado para los
cambios.
(37,38,39)
Técnicas de comunicación y validación
Así como la terapia de validación, esta técnica está dirigida a los familiares, personas
cercanas, cuidadores y todos aquellos que interactúan de manera constante con el
paciente. El objetivo es adecuar la comunicación verbal hacia el enfermo trabajando la
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repetición de respuestas, la entonación, la interpretación del mensaje y el apoyo con
pistas para que el paciente no pierda el hilo de la conversación; la comunicación no
verbal se trabaja a partir de expresiones faciales, posturas corporales y actitud tranquila
y pacificadora.
(26,33,37)
La psicooncología contribuye al bienestar general del paciente: es un apoyo en la lucha
contra la tumoración; induce cambios en las conductas de riesgo, encamina al paciente
hacia un estilo de vida saludable; disminuye la vulnerabilidad emocional del enfermo
en la fase terapéutica o en fases de mayor desesperanza; informa el paciente y a su
familia de su estado, desarrollo de la enfermedad y posibles pronósticos; trabaja la
autonomía de la persona enferma a través de un proceso motivacional; evita o controla
las comorbilidades emocionales; en los casos de fallecimiento inminente, contribuye
preparando al paciente para la muerte, así como a su familia incluso en la etapa de
duelo, entre otros.
(25,26)
La importancia de que el psicólogo tenga una formación especializada en la enfermedad
oncológica es porque ejerce una serie de funciones con alto grado de responsabilidad,
tales como el manejo del estado emocional del paciente en terapéutica y en cuidados
paliativos; manejo de situaciones que impliquen la solución de dilemas éticos; tomar
decisiones compartidas con el equipo multidisciplinario; manejo de situaciones de alto
nivel de estrés y ansiedad tanto por parte del paciente como de los familiares;
supervisión, asesoría y/o acompañamiento en aspectos asociados a la enfermedad como
disfunción eréctil, adherencia terapéutica, percepción de riesgo, ideación suicida.
También apoyan y asesoran a grupos de autoayuda.
(1,2,25)
Un factor que debe ser siempre contemplado en la persona con enfermedad oncológica
es el dolor que aparece en la mayor parte de los casos por la invasión tumoral a
estructuras circundantes (elementos vasculares, nerviosos, estructuras óseas) y que, se
podría decir, representan 70 % de las situaciones de dolor oncológico; 20 % de los demás
dolores pueden surgir por procedimientos relacionados con el diagnóstico o las
intervenciones terapéuticas (efectos secundarios); menos de 10 % de los dolores
oncológicos se generan por síndromes inducidos por la neoplasia; y el resto se atribuye
a las causas indirectas de la tumoración como son artrosis, osteoporosis, cardiopatía
isquémica e infarto de miocardio, entre otras.
(3,26,40)
En este sentido es importante referir que el dolor genera una serie de consecuencias
psicológicas, principalmente sintomatología depresiva, insomnio, ansiedad, baja
autoestima, problemas relacionales con los familiares, cuidadores, pareja, aislamiento
social, disminución de la actividad física, de las actividades de ocio, reducción de la
autonomía del paciente y, en determinados casos, es causa de baja laboral, incapacidad
y un incremento en los gastos sanitarios. En el ámbito de la psicología se pueden aplicar
técnicas de relajación, terapia de aceptación y compromiso, entre otras actividades
cognitivo-conductuales.
(1,25,26)
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Relajación muscular
Es una técnica de reconocimiento corporal y de identificación de sensaciones; el
paciente reconoce las regiones corporales afectadas y a partir del cambio de
sensaciones intenta disminuir la intensidad del dolor. La técnica consiste en ejercicios
isométricos que contraen el músculo sin que tenga que existir movimiento, a través del
tensionamiento muscular focalizado en la región donde se presenta el dolor.
Evidentemente, esta técnica no debe ser utilizada en pacientes con dolencias motoras
específicas o en situaciones posquirúrgicas.
(25,41)
Respiración diafragmática
Se trata de una técnica que permite establecer un patrón rítmico de respiración; se
respira lentamente a partir de la inspiración nasal, llenando los pulmones y elevando el
abdomen, el aire se retiene por algunos segundos y, posteriormente, se expulsa poco a
poco por la boca. Está indicado para situaciones de crisis, aunque no debe ser utilizado
en pacientes con problemas pulmonares o insuficiencia respiratoria.
(26,42,43,45)
Respiración atencional
La intención de este ejercicio es encontrar mayor tranquilidad mental; busca que el
paciente logre focalizar toda su atención en los aspectos mecánicos de la misma
respiración. Es decir, mientras el paciente inspirar y expirar el aire por la nariz, piensa
en el recorrido que realiza el aire dentro de su cuerpo. Se pretende que el paciente
centre su atención en la actividad y no en el dolor.
(26,44)
Relajación pasiva
Se presenta como un combinado de técnicas que exige un determinado nivel de
concentración. Se utiliza la sugestión mental a través de la descripción de lugares
pacificadores y sus características como pueden ser una cascada, una playa, un bosque,
entre otros. Es importante conocer los criterios de bienestar del paciente, saber a qué
sitios le gusta ir y que tipo de escenario es el más indicado para él; lo que se pretende
con este proceso es que la persona enferma viva una situación creada en su imaginación
y, consecuentemente, que logre relajarse dentro de su escenario real.
(1,25,43)
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Relajación por evocación
El procedimiento es bastante similar al de la relajación pasiva; en este ejercicio el
paciente debe recordar una sensación placentera y durante el proceso ir describiendo
cada sensación vivida, como son colores, olores, el cantar de los pájaros o algo similar.
No quiere decir que la situación deba ser alusiva a la naturaleza, puede ser cualquier
cosa que el paciente desee recordar, siempre y cuando sea placentera y evoque las
sensaciones que más le agradaron en aquella vivencia. El objetivo de esta técnica es
que el paciente alcance un estado de completa relajación.
(26,42,45)
Terapia de aceptación y compromiso
Tiene como propósito generar un repertorio de acciones dirigido a objetivos. La terapia
está asociada al lenguaje, esencialmente cuando este es el responsable de
pensamientos y sensaciones negativas. Es necesario que el patrón lingüístico se
redireccione al bienestar. Su enfoque se determina en la disfunción cognitiva, en el
sentido de cambiar imágenes mentales, pensamientos y recuerdos a favor del paciente;
se explica a la persona enferma la importancia de la aceptación, de lo contrario, la falta
de control del malestar solo causa sufrimiento; conexión con la realidad, pensar en las
situaciones del aquí y del ahora, en vez de realizar juicios de valor sobre los
acontecimientos; orientación de los valores para que el paciente establezca prioridades;
y el compromiso con sus valores, fijación de metas y objetivos guiados hacia acciones
que sean realistas, posibles de alcanzar.
(1,25,46)
Terapias cognitivo-conductuales
Este modelo terapéutico tiene como propósito, en sus diferentes técnicas, generar
cambios en el patrón de pensamiento del paciente, en su estado emocional, conductas
y respuestas fisiológicas disfuncionales. La falta de una mayor explicación es porque
tiene que ser aplicada por un profesional de la salud, psicólogo, especialista en terapias
cognitivo-conductuales o psicoterapeuta. De otra forma, además, de no presentar los
resultados esperados, puede perjudicar seriamente al paciente.
(1,26,47)
Conclusiones
A partir de la revisión de artículos, libros, manuales y documentos especializados de
producción científica se puede concluir que la intervención neuropsicológica beneficia
a los pacientes oncológicos que presenten alteraciones cerebrales tanto en el ámbito
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funcional como neurocognitivo. Estas afectaciones o masas tumorales, con frecuencia
ocurren en el cerebro por influencia de la tumoración primaria o secundaria, y afectan
por compresión o infiltración a los tejidos nerviosos sanos. El abordaje neuropsicológico
pretende en lo esencial, minimizar, disminuir o extinguir ciertos déficits que puedan
haberse desarrollado durante la enfermedad, la curación o inclusivamente, después,
como comorbilidad o consecuencia de la dolencia o de los mismos tratamientos.
En lo que concierne a la intervención psicooncológica, se ha podido corroborar que es
esencial para la intervención en crisis, regulación emocional, afrontamiento,
estimulación cognitiva, relajación, adherencia terapéutica y todo aquello que se
conceptualice a partir de la definición de bienestar general. Así siendo, parece
fundamental y necesario una mayor intervención por parte de los neuropsicólogos y
psicooncólogos en el tratamiento de las enfermedades oncológicas.
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Conflicto de intereses
Los autores declaran que no tienen conflicto de intereses.