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respecto a la ingestión de bebidas alcohólicas algunos por desconocimiento, otros solo
por seguir a familiares y amistades. Se logró la reflexión en torno a la vulnerabilidad de
ellos, en particular al consumo del tóxico, lo que favoreció que al final de la
intervención se lograran resultados satisfactorios, similares resultados fueron obtenidos
en Ecuador.(7)
Existe una fuerte relación entre nivel de conocimientos y estilos de vida
favorables.(8,9,10,11,12) Autores como Guerra Domínguez y otros(5) demostraron que, al
evaluar la percepción del riesgo, se pueden observar los cambios significativos antes y
después de la intervención educativa, lo que demuestra que los resultados obtenidos se
debieron a las actividades informativas y educativas y no al azar, elementos que se
corresponden con la presente demostrándose la efectividad de la intervención.
Al realizarse la evaluación de la escala de Likert se obtuvieron mejores resultados
después de la intervención en el grupo A, con incremento en los tres criterios evaluados
mientras, en el grupo B solo se logró incremento en un bajo porcentaje. Los
profesionales de la salud tienen la responsabilidad de asumir las actividades de
promoción dirigidas a mejorar conocimientos y actitudes en los pacientes de riesgo. Las
sesiones de trabajo grupal con el empleo de diferentes técnicas favorecen la
participación y la motivación de los pacientes y modificaran su nivel de conocimiento.
En el trabajo de Guerra Domínguez y otros,(5) en cuanto a la evaluación de los
conocimientos sobre alcoholismo antes y después de la intervención educativa,
inicialmente, predominó el nivel bajo, con el 55,6 %; después de la intervención
educativa, el 86,1 % de los adolescentes alcanzó el nivel alto, con diferencias
estadísticamente significativas.
En la intervención de Macías Ferreiro y otros,(7) al poner en práctica la estrategia
educativa se pudo evidenciar que ella fue eficaz, antes de la intervención de 82 (73,1 %)
adolescentes tenían un nivel de conocimiento inadecuado, posterior al programa
educativo el 95,1 % de los participantes alcanzó un nivel de conocimiento adecuado.
Luego de aplicada la intervención se logró incrementar la participación familiar y social.
La familia y la sociedad juegan un papel determinante a la hora de hacer frente a los
vicios, de educar y modificar comportamientos.
Se ha demostrado que la actitud social ante los patrones de consumo de sustancias
psicoactivas es uno de los más trascendentes factores mediadores en la prevención de
sus consecuencias. Por tal motivo, las acciones de promoción de salud juegan un
importante papel en la elevación del nivel de conocimientos sobre los efectos nocivos
del alcohol, lo cual aumenta la percepción de riesgo y, por consiguiente, la adopción de
estilos de vida saludables.(7)
Mora y otros,(8) en su estudio plantean que el 17,2 % de los sujetos reconoció poca o
nula satisfacción con el apoyo familiar recibido. Los cuales iniciaron el consumo de
alcohol en edades tempranas. El consumo se hace predominantemente con los amigos
(79,3 %) y familiares (71,6 %), coincidiendo con el presente estudio.