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el estado de ánimo. La persistencia, severidad y capacidad para interferir
negativamente en la vida del individuo, permite distinguir los síntomas clínicos de la
depresión de otros estados emocionales negativos, que no constituyen enfermedad.
La depresión puede presentarse asociada a patologías médicas crónicas y en las
ocasiones enmascara y las complica, ya que afecta la puesta en marcha de conductas
de autocuidado y de control de la enfermedad.
(1,2,3,4)
La depresión es una enfermedad que en las últimas décadas tiene consecuencias
devastadoras, lo cual presupone la necesidad de realizar la consecuente labor para su
diagnóstico precoz, así como tratamiento y seguimiento oportunos. Según estadísticas
de la Organización Mundial de la Salud, esta enfermedad afecta a más de 300 millones
de personas en todo el mundo, 18 % más que en la década pasada.
(5,6)
Según los datos
ofrecidos por la OMS, entre los países de América con mayor índice de depresión por
cantidad de habitantes se encuentra Estados Unidos, con una prevalencia de 5,9 %;
Brasil, con 5,8 %; Cuba, con 5,5 %; Trinidad y Tobago y Paraguay, con 5,2 %, cada uno;
y, finalmente, Uruguay, con 5,0 %.
(6)
La depresión ocupa el cuarto lugar entre las enfermedades incapacitantes, la OMS
estima que para el 2030 será el primer problema de salud a nivel mundial, sin importar
niveles socioeconómicos, países, creencias o culturas.
(7)
Las pruebas o instrumentos psicológicos estandarizados son uno de los tres grandes ejes
metodológicos con que cuentan los psicólogos y psiquiatras para realizar una adecuada
evaluación. Los test, la entrevista y la observación son indispensables para triangular
información que confirme el diagnóstico presuntivo. Las pruebas psicológicas son útiles
para crear programas de tratamiento. Por este motivo, los test se convierten en una
herramienta necesaria y deben ser sometidos a un proceso riguroso de construcción y
evaluación permanente, para que tengan niveles elevados de validez y fiabilidad y
garanticen su uso atendiendo a los contextos donde serán aplicados.
(8,9,10)
Existen variedad de instrumentos destinados a evaluar depresión en el mundo. En Cuba,
los de mayor uso para diagnosticar depresión en adultos son el Inventario de Depresión
Rasgo-Estado (IDERE); la Autoescala de Depresión, de Zung y Conde; la Escala de
Hamilton, para evaluar la gravedad de la depresión; y la Escala de depresión geriátrica,
de Yesavage.
(11)
Uno de los instrumentos elaborados para el estudio de la depresión es el Cuestionario
Estructural Tetradimensional para la Depresión, creado por el psiquiatra español
Francisco Alonso Fernández en 1986 (CET-DE). El cuestionario se define como un
instrumento útil para la tipificación, la detección, el diagnóstico y la representación
gráfica de las depresiones, tanto en las actividades clínicas cotidianas como en los
planes de investigación.
(12)
El cuestionario consta de 63 ítems distribuidos en cuatro dimensiones en el síndrome
depresivo: el humor depresivo, la anergia o vaciamiento energético, la discomunicación
o falta de sociabilidad y la ritmopatía o distorsión de los ritmos circadianos. El autor