Introducción
El uso de sustancias psicoactivas se ha incrementado notablemente en todo el mundo desde finales del
siglo pasado. No obstante, los orígenes de dicha práctica se relacionan con el desarrollo de la humanidad,
independientemente del momento histórico que se analice.
(1,2)
El uso indebido de drogas, incluyendo el
alcohol, deviene en un problema de salud de alta complejidad y su alta prevalencia, impacto en la vida de
las personas y consecuencias sociales nocivas, la convierten en uno de los mayores problemas de salud a
nivel internacional.
(3,4)
El alcohol es la sustancia psicoactiva de mayor consumo mundial y se considera una de las principales
drogas porteras, ya que facilita la iniciación del consumo de las restantes sustancias adictivas,
diferenciándose del tabaco, por su capacidad de afectar seriamente la conciencia y la personalidad, así
como provocar funestas consecuencias interpersonales y sociales, por lo que se ubica entre las drogas más
perniciosas.
(5,6)
Los trastornos por consumo de alcohol, síndrome de dependencia alcohólica o alcoholismo, constituyen
uno de los fenómenos sociales más generalizados desde finales del siglo XX hasta la actualidad. Son
términos muy usados para referirse a los pacientes con problemas relacionados con el alcohol. Se trata de
una enfermedad crónica con factores genéticos, psicosociales y medioambientales. Se considera una
afección progresiva y mortal caracterizada por un deterioro del control de la forma de beber, la
preocupación por obtener el alcohol y consumirlo pese a las consecuencias adversas que provoca en los
contextos familiares, escolares, laborales y comunitarios.
El consumo abusivo de drogas lícitas e ilícitas, y sus consecuencias, tanto físicas como emocionales,
representan un verdadero reto para la salud pública en el ámbito mundial, especialmente durante la
adolescencia. Constituye una situación que ha venido preocupando desde hace tiempo tanto a la comunidad
científica como a los políticos y al público en general. Las conductas de riesgo se definen como actuaciones
repetidas y fuera de determinados límites que pueden desviar o comprometer el desarrollo psicosocial, lo
que suele ser relativamente frecuente durante la infancia o la adolescencia con repercusiones perjudiciales
para la vida actual y futura.
(7)
Entre los factores de riesgo aparecen los de índole individual, familiar, escolar, grupal, comunitario y
social. En el riesgo individual aparece la desvinculación, alienación y rebeldía, antivalores, baja
autoestima, maltrato, poca capacidad de aceptar las frustraciones, pobre motivación y rendimiento escolar,
limitaciones físicas o motoras, patologías psiquiátricas. Durante la adolescencia se puede iniciar una