habilidades y aptitudes para la realización de todas las tareas que le asigna el rol de mujer en el espacio
privado. Las participantes explicaron que con la edad adquirieron más responsabilidades y son, en la
actualidad, las líderes en la organización de la familia. Todas tienen la percepción de que este desempeño
a pesar de que lo hacen con mucho amor y placer, les carga y resta espacio para otras actividades. Son
adultas mayores que explicaron sentirse personas respetadas por todos, no perciben el hecho de ser
recluidas a las tareas y labores del hogar sin espacio para más, como una manifestación de irrespeto.
Distribución sexista: coinciden en el criterio de que deben guardar una «forma» ante la sociedad para no
ser juzgadas. Una de ellas dijo que las mujeres mayores no deben vestirse como las jóvenes, pues el cuerpo
ya no es tan elegante y la piel está arrugada, elemento que es reafirmado fundamentalmente por las hijas
de estas, las que cuidan de que sus madres «no hagan el ridículo». La actitud, señaló una de las
entrevistadas, no debe ser igual a la de los hombres, ellos pueden ser «faranduleros» y «bachateros», pero
las mujeres, y más cuando ya no son tan jóvenes, deben comportarse de forma «adecuada», pues deben
dar el ejemplo. No es bien visto lo contrario, los propios miembros de la familia son los que emiten criterios
más enérgicos.
Mutilación del placer sexual: en este tema las respuestas fueron temerosas e impresionaron inhibición.
Siempre relacionaron sus criterios en estrecho vínculo con la relación de pareja actual. Unas pocas
refirieron sentir esta necesidad, pero confesaban que les costaba mucho trabajo comunicarlo a su pareja.
A las viudas, por su parte, ya no les preocupa este tema, no formaba parte de sus intereses. El resto no
conversaba de esos temas ni con sus hijas, pues consideraban que no son asuntos que pudieran interesarles.
El amor erótico: las adultas mayores consideraron que el amor erótico está muy cercano a la conformación
de la pareja y la intimidad. Estas son temáticas que se les dificultó abordar a todas las participantes del
estudio, consideraron que el amor erótico va disminuyendo a lo largo de la vida, como un aspecto natural
en el envejecimiento, por tanto, son otras las prioridades en sus vidas como la «abuelidad» (entregar amor
y cariño a hijos y nietos, y esto ya llena casi todas las necesidades afectivas).
Fenómeno del «viejismo»: se ve reflejado en los discursos de las entrevistadas, al asumir que ya no existen
las mismas condiciones ni posibilidades de vivir la sexualidad por la edad que atraviesan. Todas tuvieron
al menos un hijo y coincidieron en que sí se puede vivir la sexualidad después de la procreación, siempre
que se tengan los hijos jóvenes y se quede con fuerza para esto.
Familia y sexualidad: la familia es la mayor prioridad de las mujeres estudiadas. Al interior de las familias
cada una de las pacientes cumplían el rol principal de cuidadoras de todas las generaciones, garantizando,