diferencias de prevalencia de juego patológico entre las 17 comunidades autónomas españolas, si bien la
Comunidad Valenciana se encuentra por encima de la media.(20)
Ambos instrumentos demostraron que la diferencia de la prevalencia de juego entre sexos es significativa:
hay una mayor prevalencia del juego en los hombres en todas las categorías de juego patológico respecto
a las mujeres, en línea con los hallazgos de Muñoz-Molina,(9) que presenta relaciones entre 1:2 y 1:5 de
afectación de las mujeres respecto a los hombres. Estas diferencias pueden deberse a una mayor activación
fisiológica de los hombres que de las mujeres cuando juegan, medida a través de la respuesta de
conductancia, como se desprende en algunos estudios,(19,20,21) si bien, los datos que corroboren esta
diferenciación entre sexos sobre la activación fisiológica son escasos y difícilmente concluyentes. Por ello
también hay que tener en cuenta la influencia de variables sociales: es significativo que la mayoría de
anuncios publicitarios salgan protagonistas famosos de sexo masculino.
No se han medido las variables de personalidad, pero la impulsividad y la obertura a la experiencia son
predictores de la conducta de juego patológico. Los hombres puntúan más alto en esas variables
(especialmente en la impulsividad) por lo que las variables biológicas e intrínsecas también juegan un
papel además de las variables sociales.(10)
Atendiendo a los resultados presentados la incidencia del juego según el nivel socioeconómico entre la
población que representa la muestra, hay una menor prevalencia de síntomas de juego patológico en
aquellas personas que se autocategorizan de nivel socioeconómico medio, además, estos estudiantes son
los que menos juegan con dinero. El porcentaje, tanto de “jugadores patológicos”, como de “problema” y
“riesgo” obtenidos por los dos instrumentos, fue menor que en el resto de las situaciones socioeconómicas
(Tabla 3). Por ello, es en el nivel socioeconómico medio donde se encuentra el menor índice de jugadores
patológicos y el mayor índice de jugadores no patológicos.
Así, podemos inferir que el poder adquisitivo de la muestra estudiada influye en el juego patológico, con
una mayor incidencia de juego en los extremos: por una parte, la prevalencia de “jugadores riesgo” es
mayor en el nivel socioeconómico alto y medio alto, sin embargo, la incidencia más alta de “jugadores
patológicos” se encuentra entre las personas con menores recursos económicos (nivel bajo y medio-bajo).
Entre los jóvenes del estudio que más juegan con dinero se encuentran los de nivel socioeconómico alto
(87,5 %) y medio alto (83 %), frente a los de nivel socioeconómico bajo (78 %) y medio bajo (78,2 %).
Esto podría estar en correspondencia con Becoña(18) y Ruíz y Echeburúa,(12) dado que, al parecer, la alta
disponibilidad de dinero facilita la tendencia de la conducta al juego.