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clase de sexualidad donde el acento está en la individualidad, integridad y soledad”. A
Artemisa se le representa con arco y flecha, era la cazadora, actividad reservada en esa
época a los hombres, por lo cual tenía los mismos derechos de estos últimos. En una
ocasión le pidió a su padre, Zeus, que la mantuviera virgen por siempre.
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Se conoce como complejo de Diana cuando una mujer rechaza la condición femenina
que impone su medio sociocultural y decide actuar como un hombre. En la historia se
conocen varios ejemplos, entre ellos las burneshas, vírgenes juradas albanesas: ante la
ausencia de herederos varones –por las frecuentes guerras de la época– una hija de la
familia hacía ante la comunidad un voto de castidad y comenzaba a vivir como hombre.
Hoy ha trascendido como gesto de consagración familiar.
Otra historia similar es la de Dafne, cuyo nombre significa laurel. Aunque existen varias
versiones, coinciden en que era una ninfa de los árboles (dríade). Una de estas historias
refiere que era hija Dios del río Pneo y de Gea (la Tierra), y que se trataba de una
cazadora consagrada a Artemisa.
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Cuenta la leyenda que era perseguida por el dios
Apolo, a quien Eros, molesto por las frecuentes burlas de Apolo por dudar de sus
habilidades como arquero y de llevar arcos y flechas al ser tan niño, en venganza,
disparó hacia él una flecha dorada para que se enamorase perdidamente de Dafne; sin
embargo, Eros disparó a Dafne una flecha con punta de plomo, que provocaba desprecio
y desdén hacia el dios. Dafne, cansada de ser perseguida por Apolo, pide a su padre, el
dios del río Peneo su auxilio: “¡Ayúdame, padre! ¡Si los ríos tenéis algún poder, haz que,
transformándose, desaparezca esta figura por la que he sido demasiado amada!”.
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Su
padre la transforma entonces en un árbol que desde entonces llevó su nombre, laurel,
el que se considera sagrado para Apolo al decir este: “Entonces, ya que no puedes ser
mi esposa, serás mi árbol”. De la misma forma este árbol fue convertido en un árbol de
gloria, servirían sus hojas para coronar a los generales victoriosos y también honrar a
los grandes poetas.
Se identifica en psicología como complejo de Dafne, al miedo irracional de las jóvenes
ante las relaciones coitales. Se le llama también “angustia de penetración”.
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La virginidad, tan apreciada en varias sociedades también se identifica en la mitología
con la historia del dios Himeneo. El significado de su nombre, también llamado Himen,
deriva del tradicional grito nupcial hymeno o hymenaie. Era el dios de las ceremonias
de matrimonio, inspirador de las fiestas y las canciones. Se le representaba comúnmente
como un joven hermoso, alto y un tanto hermafrodita, que llevaba una antorcha nupcial
y una guirnalda como atributos.
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Era la divinidad de las bodas y presidía todas las
ceremonias nupciales. Cuando se realizaba una ceremonia en su honor, evitaban sacar
la hiel de las entrañas de los animales sacrificados, como si quisieran indicar a los
esposos que deben controlarse los insultos y lo más oscuro de sus pensamientos, todo lo
que rompe la paz del matrimonio y del hogar.
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Anatómicamente, la palabra himen guarda relación con la membrana de la virginidad
de la novia, cuya presencia es valorada en muchas culturas como signos de pureza,
enaltece el nombre de la familia y el honor de la novia. Sin embargo, en la Grecia