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Volumen 16 | Nº 1 | Año 2019 | Pág. 63-86 ISSN: 0138-7103 | RNPS: 2030
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Revista del Hospital Psiquiátrico de
La Habana
Artículo de Revisión
Estado del arte en la investigación de factores psicosociales en el dolor
osteomuscular en adultos mayores
Psychosocial Factors in Musculoskeletal Pain in Older Adults
Marta de la Caridad Martín Carbonell
a
, Raquel Pérez Díaz
b
, Ara Mercedes Cerquera Córdova
c
,
Ana Fernanda Uribe Rodríguez
c
, Hernán Vera
d
a. Licenciada en Psicología. Doctora en Ciencias de la salud. Profesora e investigadora. Universidad
Cooperativa, Santa Marta. Colombia.
b. Licenciada en Psicología. Máster en Medicina Natural y Tradicional y Longevidad Satisfactoria.
Profesor e investigador. Centro de Investigaciones sobre Longevidad, Envejecimiento y Salud (CITED).
c. Licenciada en Psicología. Doctora en Ciencias Psicológicas. Profesora e investigadora. Universidad
Pontificia Bolivariana, Bucaramanga, Colombia.
d. Licenciado en Ciencias Sociales. Doctor en Administración Pública. Profesor e investigador.
Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico.
Recibido: 04/08/2018
Aceptado: 11//11/2018
Resumen
Introducción: El abordaje psicológico del dolor osteomuscular (OM) asociado a enfermedades
reumáticas ha producido una respetable cantidad de bibliografía referida a los efectos que tiene sobre el
comportamiento emocional y social de los pacientes. No solo muchos problemas de dolor crónico OM
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y reproducción no comerciales y sin restricciones en cualquier medio, siempre que sea debidamente citada la fuente primaria de publicación.
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tienen su origen primario en factores psicosociales, sino que estos influyen decisivamente en su evolución,
ya sea positiva o negativamente. Estudiar este tema en ancianos incrementa su importancia pues esta
población es la que más sufre problemas de dolor OM y paradójicamente, no reciben un tratamiento de
calidad pues en muchas culturas se consideran que son “normales” en el envejecimiento.
Objetivo: Presentar una actualización sobre el estado del arte de la investigación en el tema, con énfasis
en los aportes iberoamericanos.
Método: Revisión narrativa de publicaciones del 2000 al 2018 en revistas, libros y actas de congresos
disponibles en texto completo.
Resultados: Se discuten las principales líneas de investigación, sus resultados fundamentales y los
principales problemas y retos.
Conclusión: La investigación sobre el tema es incipiente e insuficiente, con predominio de las
publicaciones en inglés y de autores norteamericanos. Se establecen algunas recomendaciones.
Palabras clave: Psicología del dolor, psicogerontología, dolor osteomuscular en personas mayores.
Abstract
Introduction: The psychological approach to musculoskeletal pain associated with rheumatic diseases
has produced a great amount of literature regarding the effects it has on patients´ emotional and social
behavior. Not only many problems of chronic musculoskeletal pain have their primary origin in
psychosocial factors, but also these decisively influence their evolution, either positively or negatively.
Studying this issue in elderly increases its importance, since this population is the one that suffers the most
from problems of musculoskeletal pain and, paradoxically, they do not receive quality treatment, since in
many cultures those problems are considered "normal" in aging.
Objective: The aim of the review was to update information on psychosocial factors in musculoskeletal
pain in older adults.
Method: A narrative review of publications from 2013 to 2018 was carried out in journals, books and
conference proceedings available in full text.
Results: The main lines of research, their fundamental results and the main problems and challenges are
discussed.
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Conclusions: It is concluded that research on the subject is still incipient and insufficient, and publications
in English and by North American authors predominate.
Keywords: Pain psychology, psychogerontology, musculoskeletal pain in older adults.
Introducción
El impacto del envejecimiento a nivel mundial, conlleva implicaciones importantes para los gobiernos y
las sociedades, lo que impulsa la necesidad de proveer una adecuada atención a las situaciones
relacionadas con los ancianos.
Por tal razón, las investigaciones en el área de salud sobre los temas que están relacionados con los adultos
mayores son cada vez más necesarias. Específicamente, el tema del dolor está recibiendo gran atención
por ser uno de los problemas que más afectan la calidad de vida, esto ha hecho que el estudio del dolor
crónico en la tercera edad puede ser considerado una subespecialidad.
(1)
Sin embargo, la incursión de la
psicología en este campo es mucho más reciente. Un análisis bibliométrico exploratorio de 687 artículos
indexados en PsycINFO que se relacionaban con salud mental en ancianos con dolor crónico, encontró
que los principales temas de interés fueron (en orden de importancia): medicamentos para el dolor
(especialmente los opiáceos), la depresión, las intervenciones cognitivo-conductuales, las relaciones
familiares, comorbilidad, afrontamiento y enfoques de autogestión. También encontró que los
investigadores tienden a utilizar una amplia variedad de medidas para el dolor y/o afrontamiento de salud,
lo que pone de relieve la falta de consenso en cuanto enfoques de evaluación o temas de investigación
más destacados.
(2)
Recientemente, una de las autoras del presente artículo presentó los resultados preliminares de una
revisión sistemática
(3)
realizada sobre trabajos publicados sobre psicología del dolor en revistas científicas
indexadas en la base de datos PSICODOC, en la que se encontró un predominio del enfoque cuantitativo,
cognitivo-conductual, del interés en intervención y de la evaluación; así como las repercusiones que los
aspectos políticos y administrativos de la ciencia tienen en la producción científica de nuestros países de
Latinoamérica, lo que se evidencia en la escasa colaboración multidisciplinar e internacional, el
predominio de la investigación académica, de los estudios descriptivos, y la mayor visibilidad de las
publicaciones de algunos países.
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El dolor musculoesquelético es una de las quejas más frecuentede los adultos mayores. Estudiar este
padecimiento en ancianos incrementa su importancia, pues, paradójicamente, no reciben un tratamiento
de calidad debido a que en muchas culturas se consideran que es “normal” en el envejecimiento. Por otra
parte, la pérdida de acondicionamiento muscular y las alteraciones de la marcha secundarias al dolor,
pueden dar lugar a lesiones por caídas, alteraciones del apetito y del sueño, con afectaciones de la calidad
de vida y mayores costos en salud.
(4,5)
Dado que se reconoce la importancia de una intervención multidisciplinaria que incluya la atención
psicológica, es necesario tener claridad acerca de los aportes y retos que tiene la psicología en esta área.
Así, el objetivo de este trabajo fue actualizar el estado de la cuestión sobre los factores psicosociales en el
dolor osteomuscular en adultos mayores, con énfasis en los aportes iberoamericanos. Para ello, es
necesario que la información producida en los últimos años se contextualice con los conocimientos que
se han producido desde múltiples artistas (como es la investigación en geriatría o psicología de la salud)
así como ubicarlos en una línea de tiempo, de manera que sea posible acercarse a lo que se sabe y, lo que
es aun más importante, identificar falencias y nuevos desarrollos.
Métodos
El presente estudio es una revisión narrativa de publicaciones realizadas entre el 2000 y el primer
cuatrimestre del 2018 en revistas, libros, tesis y actas de congresos disponibles a texto completo.
Se consultaron las bases de datos: ScienceDirect, PubMed, Academic Search, Cochrane (específicamente
Cochrane-Pain, Palliative and SupportiveCareReviewGroup [PaPaS], Pain-Topics News/Research
UPDATES), CLASE, SciELO, tesis doctorales disponibles en red y Medilatina. Asímismo, se accedió a
los sitios web oficiales de la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), de la Federación
Latinoamericana de Psicología del Dolor (FEDLAT) y de la Asociación Colombiana de Dolor. También
se buscó literatura en las redes científicas como ResearchGate y Mendeley. Se utilizó, a su vez, la interfaz
de búsqueda general EBSCO que permite la búsqueda simultánea en varias bases de datos y Google
Académico. Se utilizaron como palabras clave en español e inglés, solas o en diversas combinaciones:
dolor, anciano, adulto mayor, psicología, dolor osteomuscular, dolor musculoesquelético; pain, elder,
older people, psychology, osteomuscular pain, muscleskeletal pain.
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Se incluyeron en los análisis los artículos que aportaran información relevante para actualizar el estado de
la cuestión sobre aspectos psicosociales en el dolor osteomuscular en las personas mayores y que
estuvieran disponibles a texto completo. Para analizar la información se utilila estrategia de mapeo
sistemático para construir clasificaciones y conducir análisis temáticos a los efectos de obtener un mapa
visual del conocimiento existente dentro de un tema amplio. A partir de este análisis, se identificaron
temas relevantes para organizar la comunicación de los resultados, según los modelos de CASCADE
Project
(6)
y Cruz Benito
(7)
.
Esta estrategia tiene como inconveniente que produce mucha información duplicada, pero tiene la ventaja
de permitir el acceso a una mayor cantidad de publicaciones, pues con las palabras clave y los requisitos
utilizados, algunas búsquedas no fueron todo lo productivas que se podría esperar, sobre todo las
búsquedas en base de datos.
Dolor, enfermedad y envejecimiento
La búsqueda en PubMed (proyecto desarrollado por la National Center for Biotechnology Information en
la National Library of Medicine) posibilitó el acceso a las bases de datos bibliográficas. Solamente la
búsqueda del descriptor pain, con límite temporal de 2013-2018 se encontraron 37 308 registros en
PubMed, pero después de las diversas combinaciones de palabras clave, 69 cumplieron los criterios de
inclusión y de estos, solo 12 fueron de acceso abierto.
Al consultar los sitios web especializados de las asociaciones científicas profesionales se encontró
información sobre el tema, pero fragmentada, pues fueron escasas las publicaciones dirigidas
específicamente al tema de los factores psicosociales en el dolor osteomuscular en mayores. Además,
algunos de estos sitios también restringen el acceso a las publicaciones.
Las redes sociales Medeley y ResearchGate (comunidades científicas que utilizan tecnologías
participativas para el intercambio de información) posibilitaron el acceso a textos publicados en revistas
de pago, pero que los autores compartían de manera gratuit. Sin embargo, al igual que los sitios de las
asociaciones científicas, se encontró que la información aportada sobre el tema estaba dispersa.
Otro aspecto a considerar fue la escasa publicación en español y de autores latinoamericanos encontrada.
De este modo, una búsqueda en Google Académico en la que se emplearon los descritores mencionados
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ad supra permitió identificar solo 5 artículos, 1 libro y 4 tesis (una doctoral, una de maestría y dos de
pregrado). Luego de analizar el contenido de los textos revisados se resumió la información en diferentes
subepígrafes (Fig. 1).
Fig. 1 - Factores psicosociales y dolor en la persona mayor.
Dolor, enfermedad y envejecimiento
La idea de que la vejez es sinónimo de enfermedad y dolor ha estado planeada históricamente en la mente
de los médicos, profesionales de la salud y población en general. Aunque la moderna gerontología
confirma el carácter fisiológico del envejecimiento, también es cierto que en esta etapa de la vida aumenta
la vulnerabilidad a padecer enfermedades y discapacidades ya que se producen cambios en todos los
sistemas del organismo que determinan disminución de la reserva funcional, lo que limita la capacidad de
respuesta ante un aumento de la demanda o el estrés; y un deterioro de los procesos reguladores que
mantienen la integración funcional entre los diferentes órganos y sistemas.
(5)
En la persona mayor es frecuente lo que se denomina “presentación atípica de la enfermedad”, pueden
faltar los síntomas más comunes como la fiebre o el dolor o la sintomatología presente puede ser muy
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vaga e inespecífica; a su vez algunas enfermedades son confundidas erróneamente con los cambios propios
del envejecimiento (tales como: cataratas, artrosis, diabetes). También es característica la coexistencia de
múltiples enfermedades agudas o crónicas, lo que, por varias razones, condiciona el modo de enfermar en
el paciente geriátrico. De aquellas, los síntomas y la medicación de una de las enfermedades pueden
ocultar o retrasar la aparición de síntomas de la segunda. Un problema también es que la presencia de una
enfermedad desencadene otras: por ejemplo, la inmovilidad producida por una artrosis puede producir
incontinencia urinaria. Por último, algunas patologías conjuntas presentan signos inespecíficos.
Además, los descensos o las alteraciones en la coordinación motora, la percepción espacial, la agudeza
visual y auditiva, la fortaleza muscular y ósea, la movilidad y las percepciones sensoriales de los estímulos
ambientales (calor y frío) están bien documentados después de los 65 años. Muchos de estos problemas
tardíos se asocian con una incrementada fragilidad y senectud fisiológica, particularmente entre las
personas mayores, aunque también afecta a los no ancianos. La fragilidad representa múltiples alteraciones
del funcionamiento fisiológico y de los procesos que conducen a una disminuida capacidad para completar
tareas necesarias. Pero la fragilidad no es necesariamente resultado de una patología o una enfermedad
pues incluye alteraciones tales como decrecida movilidad, fortaleza y respuesta a estresores externos e
internos, bajos niveles de actividad física y pérdida de peso, así como de las percepciones de salud y
bienestar.
En el mayor, situaciones como el aislamiento, la soledad, las necesidades económicas, los deterioros
cognoscitivos, los trastornos emocionales y funcionales se relacionan con sus enfermedades. Esto agrava
las condiciones físicas y el deterioro producido por la enfermedad, por lo que resulta importante la
evaluación social.
En el envejecimiento se produce una serie de cambios que pueden asociarse a problemas de dolor crónico,
como la disminución de la masa muscular y el agua corporal total, mientras que, por otro lado, aumenta
la grasa corporal. Además, los huesos y las vísceras se contraen y disminuye el metabolismo basal, aunque
estos cambios son difíciles de cuantificar y son variables de persona a persona.
(8)
Se ha establecido que el umbral de dolor, definido como la capacidad del sistema somatosensorial a
reconocer y procesar un estímulo doloroso, aumenta con la edad, especialmente en las mujeres. Por el
contrario, el umbral de tolerancia al dolor (entendido como la máxima intensidad de un estímulo que
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produce un dolor que un paciente está dispuesto a aceptar en una situación dada) se mantiene sin cambios
o incluso disminuye con la edad.
(8)
Recientemente se ha estabecido que con el envejecimiento se va produciendo un deterioro en los
mecanismos opioides y no opioides. Se ha encontrado que los adultos mayores mostraron menos de un
tercio de la fuerza de los efectos inhibidores endógenos en comparación con los adultos jóvenes, lo que
puede también contribuir a los problemas de dolor crónico en las personas de edad avanzada.
(8)
Así mismo,
se considera que el dolor crónico de origen osteomuscular y cardiovascular es más común y puede ser más
intenso en personas de edad avanzada.
Los estudios dirigidos a elucidar los cambios fisiopatológicos del dolor en la persona mayor han sido
escasos y los resultados aún no son definitivos. Sin embargo, existe consenso en que la intensidad del
dolor superficial no cambia de manera notoria durante el envejecimiento, pero el dolor profundo parece
ser menos frecuente y menos intenso en patología aguda en los ancianos comparados con pacientes más
jóvenes.
(9)
Las características y el impacto del dolor no han sido bien estudiadas en las personas nonagenarias y
centenaria. Una revisión sistemática sobre publicaciones en inglés de dolor musculoesquelético al final de
la vida en personas muy ancianas identificó 6 reportes entre los que estaban incluidos estudios de caso,
estudios epidemiológicos y una carta al editor. Concluyeron que el dolor musculoesquelético es común en
los adultos mayores al final de su vida y tiene un impacto importante en la experiencia individual.
(10)
Todo ello refleja lo complejo que es el tema relativo a la salud del anciano y lo específico que su abordaje
resulta, a la luz de los cambios que tienen lugar con el envejecimiento y, en particular lo relacionado con
el dolor.
Epidemiología
Diversos estudios muestran que la prevalencia de dolor crónico entre ancianos de la comunidad varía. Esta
variación depende de varios factores como la definición establecida de dolor crónico, las diferencias socio-
demográficas regionales y el método de evaluación del dolor. Hay una mayor prevalencia con el aumento
de la edad, con la institucionalización o cuando el anciano está vinculado a los servicios de salud.
(11)
Se
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plantea que en ancianos institucionalizados puede llegar a ser entre 45-80 % en relación con aquellos
pacientes que viven con sus familias, que solo lo presentan valores entre 25-50 %.
(9)
Un estudio poblacional sobre dolor de espalda y calidad de vida relacionada con la salud constaque este
parece ser una condición más permanente en los grupos de mayor edad y que puede definir a un subgrupo
de ancianos en riesgo de llegar a ser frágil por presentar niveles altos de limitaciones funcionales, y
dificultades psicológicas y sociales.
(12)
Características del dolor osteomuscular
El 16 de octubre es el día mundial de la lucha contra el dolor ostemuscular, siempre bajo el eslogan: “Si
hay dolor al movimiento, mídalo, diagnostíquelo y trátelo”.
(9)
Definir dolor osteomuscular es complejo porque se reconocen múltiples clasificaciones y tipificaciones
en función de la etiología, distribución y frecuencia.
(13)
En el ámbito clínico se utilizan diferentes criterios
para clasificar el dolor. Muchos de ellos se superponen y de hecho no representan más que diferentes
perspectivas taxonómicas, por lo que frecuentemente se necesita combinar varias clasificaciones para
poder llegar a una descripción más o menos certera del dolor.
El dolor también es clasificado en función de los servicios médicos en que habitualmente se atiende. De
este modo, se habla de dolor reumático, dolor oncológico y dolor neurológico. Esta clasificación a menudo
se mezcla con distinciones localizacionistas como por ejemplo: dolor lumbar, dolor de espalda (back
pain), dolor de rodilla. De igual manera, el rmino dolor osteomuscular se ha usado para referirse al
asociado a varias enfermedades reumáticas como: la osteoartrosis u osteoartritis, la artritis reumatoide.
(4)
Se reconoce que los enfoques actuales para la clasificación de las condiciones de dolor crónico sufren de
la falta de una taxonomía basada en la evidencia y no incorporan el conocimiento disponible sobre los
mecanismos biopsicosociales que contribuyen a las condiciones de dolor. Para hacer frente a estas
deficiencias se está generando una red de instituciones, sociedades y otros actores relevantes en la
investigación del dolor en EE. UU., la que intentará proponer una taxonomía multidimensional que tenga
en cuenta criterios diagnósticos, características comunes; comorbilidades médicas; consecuencias
neurobiológicas, psicosociales y funcionales; mecanismos neurobiológicos y psicosociales, factores de
riesgo y factores protectores.
(14)
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Casi siempre, el dolor osteomuscular se describe como una dolencia difusa, sorda, similar a un calambre,
con una hiperalgesia definida en muchas ocasiones como taladrante, ardiente, tirante, profunda (que puede
ser general y localizada), y con un dolor referido a estructuras somáticas distales, con modificaciones en
la sensibilidad superficial y profunda en áreas dolorosas, en las cuales es difícil diferenciar si el dolor
proviene de los músculos, tendones, ligamentos, cápsulas articulares, articulaciones o huesos. Este dolor
se asocia con la perturbación de la función, con un rango limitado de su movimiento en una región en
particular y usualmente tiene una transición de dolor agudo a crónico y en donde el examen físico e
imágenes diagnósticas carecen de validez o no permiten establecer la causa del dolor, excepto cuando
existe una patología grave subyacente.
(9)
Los procesos dolorosos musculoesqueléticos pueden generar ciertos grados de discapacidades en la
población afectada, los que varían de acuerdo al área comprometida. Estos grados de discapacidad generan
altos costos que varían de acuerdo con la severidad del compromiso.
(4)
Para entender la fisiopatología del dolor osteomuscular hay que tener en cuenta que involucra una serie
de procesos complejos, en una red confusa de comunicaciones interneuronales que van desde la periferia
al sistema nervioso central, donde se integran a la estructura conductual individual influenciada por
factores ambientales, genéticos, adaptativos y estructurales; involucrados en perturbaciones complejas de
la modulación descendente hasta llegar al foco de mayor atención, el cual es el centro medial
posteroventral del bulbo, estructura clave en los mecanismos de apagado y encendido de señales
nociceptivas.
(4)
Las causas de dolor musculoesquelético en el anciano son múltiples, ya sean enfermedad crónica iniciada
en la juventud o problemas reumatológicos que son las más frecuentes.
(9)
El dolor osteomuscular en ancianos se localiza en la columna vertebral, en las grandes articulaciones y en
los miembros inferiores y/o superiores. Puede estar limitado o generalizado por todo el cuerpo. Ejemplos
de dolor localizado se hallan en los síndromes dolorosos musculotendinosos que ocurren a nivel de
hombro, codo, muñeca, cadera, rodilla, tobillo y pie.
(13)
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Aspectos culturales. Estigma
Como ya se ha abordado con anterioridad, en la población predomina la noción de que el dolor crónico
osteomuscular es normal y causado por el envejecimiento, lo que tiene cierta fundamentación en el hecho
de que en la vejez aumenta la prevalencia de enfermedades que cursan con este tipo de dolor, como las
enfermedades reumáticas. Esta creencia conducea que el dolor en el anciano frecuentemente sea
infravalorado e infratratado, lo cual es más evidente para el grupo de los llamados “viejos viejos”.
La cultura ha asumido el papel simplista de habituar a la persona mayor a padecer dolor, por la sencilla
razón de ser viejo; por tanto, se espera que acepte el dolor y lo soporte con valentía, ya que quejarse sería
símbolo de debilidad. Aún más, cuando alguno de estos “viejos” se queja, la posibilidad de encontrar un
profesional abierto y dispuesto a ayudarle, es baja.
(4)
La subvaloración de las quejas del anciano, en muchas ocasiones, puede llevarle a experimentar que su
familia o los profesionales de la salud no creen en su dolor (lamentablemente ocurre con frecuencia), sin
embargo, son escasos los estudios dirigidos a este tema. La experiencia de estigma puede ocurrir de varias
maneras: a través de encuentros reales o percibidos con los demás, por medio de las explicaciones
psicológicas de dolor que atribuyen a la persona la responsabilidad en su origen o mantenimiento, y las
están asociadas a estereotipos negativos femeninos. En todo caso, la experiencia de que no crean en las
quejas puede conducir a aislamiento y la angustia emocional, que puede tomar la forma de culpa, depresión
o ira.
(4)
Maltrato
Así mismo, los problemas de maltrato al anciano se relacionan también con el dolor osteomuscular, pues
en muchas ocasiones son las quejas de dolor la puerta de entrada para descubrir situaciones de maltrato.
Pueden ser formas de maltrato: una fractura, contusiones, una intencional deprivación alimenticia o de
medicamentos y tipos de cuidado, lo que puede desencadenar o intensificar un problema de dolor y
sufrimiento.
Por ejemplo, en un estudio transcultural europeo que involucró a más de 4000 mayores de Alemania,
Grecia, Italia, Lituania, Portugal, España, Suecia se encontró que diferentes tipos de maltrato se asociaban
a quejas específicas. A, el abuso psicológico estaba conectado con las quejas de dolor; el maltrato físico
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con dolor de cabeza y presión en la cabeza; pero esta relación está mediada por otros factores en particular,
la salud mental y las enfermedades físicas. La misma investigación demostró diferencias entre países y
entre los subgrupos de edades en general, los encuestados de Suecia y los más jóvenes (60-64 años) fueron
menos afectados por las quejas que los de otros países (por ejemplo, Alemania) y mayores (por ejemplo,
70-74 años).
(15)
Género y dolor
Los estudios clínicos son consistentes respecto a que las mujeres reportan con frecuencia dolor, en
múltiples partes del cuerpo y de mayor severidad que los hombres. Se ha encontrado que las mujeres
tienen mayor esperanza de vida que los hombres, pero las mismas expectativas de vida libre de dolor.
(16)
Un revision sistemática de las investigaciones de laboratorio dirigidas a buscar explicaciones de estas
diferencias en sujetos sanos no encontró evidencia que permita sustentar explicaciones biológicas,
genéticas, hormonales, ni en otros factores fisiológicos. Sobre los factores psicológicos, no hay evidencia
del papel mediador de la depresión, mientras que la evidencia sobre ansiedad fue ambigua y al parecer
mediada por el catastrofismo. Las expectativas asociadas al rol de género (por ejemplo, la vulnerabilidad
emocional) y los estereotipos acerca de la masculinidad-feminidad (como la disposición a informar dolor)
tenían valor explicativo. También se encontró alguna evidencia acerca de que la historia pasada
(episodios recientes de dolor, modelos de dolor familiar, historia de abuso sexual infantil) jugaba un papel
importante en la sensibilidad al dolor en las mujeres, pero no en los hombres. Los autores recomiendan
asumir estos hallazgos con cautela porque tampoco la evidencia fue concluyente acerca de que las mujeres
tenían más sensibilidad al dolor pues estas diferencias frecuentemente eran de pequeña magnitud y no se
encontraron en todas las modalidades de dolor o sitios del cuerpo investigados. De igual manera, se alerta
sobre la validez ecológica de estos estudios
(17)
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Particularidades de la manifestación del dolor en la vejez
Afectividad
En las últimas décadas han proliferado los estudios, tanto longitudinales como transversales, en que se
analiza la afectividad a distintas edades, así como la comparación entre viejos “jóvenes” (menores de 80
años) y viejos “viejos” (80 años y más). Se ha encontrado que los ancianos tienden a informar mayor
afectividad positiva (AP) y menor afectividad negativa (AN). El efecto de la AP no es lineal y se
incrementa con la edad, es mayor para los hombres, las personas casadas, los extrovertidos y la buena
salud física, así como esinversamente relacionada con el estrés y el neuroticismo. De este modo, las
personas se mueven desde una etapa de ensayos y vicisitudes en la juventud, a incrementar experiencias
de un más placentero balance afectivo, al menos hasta mediados de los 60 años. Estos hallazgos se han
denominado la “paradoja de la felicidad”. A pesar de los acontecimientos adversos que suelen sucederse
en la vejez (como son: empeoramiento de la salud física y pérdida de seres queridos) en los primeros los
años no se informa un decremento de los aspectos emocionales del bienestar en los ancianos debido a que
ellos tienen una experiencia emocional más compleja, la cual está relacionada con los cambios en las
evaluaciones cognitivas de las situaciones y de las motivaciones, que se asocian al desarrollo, de modo
que los ancianos maximizan lo positivo y minimizan lo negativo.
(4)
Sin embargo, esta visión optimista de que con la edad aumentaría el bienestar puede no ser uniforme ni
para todos los grupos de edades dentro de la propia vejez, ni para todos los contextos socioculturales. Esta
dinámica afectiva puede también que se interrumpa en la vejez tardía.
Existe consenso acerca de que la AN, y más específicamente la depresión, se asocian con mayores niveles
de dolor y discapacidad, con relaciones causales complejas, así como otros estados emocionales como la
ansiedad y el miedo.
(4,8,12)
La ansiedad parece que juega un papel muy importante en el desarrollo y mantenimiento de las
limitaciones de la actividad en el adulto mayor con problemas de dolor OM, y está siendo muy investigada
en los últimos tiempos. Específicamente, está recibiendo mucha atención la ansiedad relacionada con el
catastrofismo, pues la evidencia es consistente con respecto al papel negativo que tiene este tipo de
afrontamiento, así como el miedo a las caídas, el que se ha demostrado que influye en la disminución de
la actividad física en los mayores, incluso más que la limitación de la activdad que genera el dolor.
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Por otra parte, cada vez se encuentran más evidencias de que el AP puede tener un efecto protector contra
el sufrimiento que puede causar el dolor y las limitaciones de la actividad asociados al mismo, así como
el papel que tiene la resiliencia como efecto protector de la depresión en el dolor osteomuscular crónico
generalizado. La orientación hacia las metas y el procesamiento de la recompensa en la catálisis de las
respuestas resilientes al dolor son aspectos que se han estudiado para comprender como se produce la
resiliencia en los problemas de dolor crónico, conjuntamente con otros contribuyentes sociales en la
emoción positiva, el apoyo social y estilos de expresión del dolor.
Demencia
La relación entre dolor crónico y funcionamiento cognitivo es una de las líneas de investigación más
recurrente. La observación clínica revela que muchas personas con dolor crónico reportan también
problemas de memoria y concentración. Se plantean varios mecanismos conductuales y neurales que
pueden explicar por qué el dolor podría interferir con la memoria.
En primer lugar, las mismas redes neurales se usan para procesar una gran cantidad de tareas, al mismo
tiempo, una sola función como el procesamiento nociceptivo puede utilizar muchos recursos neurales.
Segundo, las personas con dolor pueden prestar más atención a las sensaciones corporales, lo que resta
recursos para el procesamiento de otras informaciones; además, un estímulo previamente definido por una
característica dada es procesado de manera más eficiente en la posterior presentación (set atencional),
incluso cuando es irrelevante.
Una revisión con metanálisis Cochrane concluyó que hay evidencia moderada de que las personas con
dolor crónico obtienen peores resultados en las pruebas de memoria de trabajo que los participantes sanos
de control, pero amenazas a la validez sugieren una interpretación cautelosa de estos resultados. En
contraste con los datos del comportamiento, parece que hay no evidencia de diferencias fisiológicas entre
pacientes y controles.
(19)
Una de las mayores dificultades que afronta el profesional de la salud que está comprometido en la
atención del paciente de edad avanzada tiene que ver con el reconocimiento de dolor en el paciente con
déficit cognoscitivo. Se ha encontrado que en hogares geriátricos el número de quejas de dolor y la
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severidad del mismo disminuía a medida que el déficit cognoscitivo aumentaba, lo cual sugería que el
anciano demente con problemas de comunicación perdía la posibilidad de manifestar este síntoma.
Evaluación del dolor
En la evaluación específica de los ancianos debe recordarse que frecuentemente tienen pérdidas
sensoriales, lentitud perceptiva y motora, coexistencia de disímiles problemas de salud, escasa motivación
y cooperación que pudiesen presentar, entre otras. Como aspectos relevantes a tener en cuenta en cualquier
proceso de evaluación a los ancianos se señalan:
(4)
Elevada importancia del registro de los datos socioclínicos de la historia médica y psiquiátrica de
los ancianos.
Empleo prioritario de la entrevista y la observación.
Usar pocas pruebas, preferentemente cortas, aplicadas a modo de entrevista oral o integradas en la
entrevista clínica.
Debe distinguirse entre la asistencia y la investigación, porque para este último proceso las
características de la aplicación y número de cnicas a emplear dependerá de los objetivos de los
estudios.
Diversas investigaciones constantan que, para evaluar la intensidad del dolor, los ancianos prefieren las
escalas verbales y las análogo-visuales, en especial la escala numérica de 0-10, donde 0 es no-dolor y 10
el peor dolor que pueda imaginar. Así mismo, la evidencia apunta a que todas las escalas funcionan igual
de bien y lo importante son las condiciones de uso como, por ejemplo, estandarizar el ancho de los
intervalos en las escalas análogo visuales, las instrucciones yla interpretación de los puntos de corte con
valor clínico.
En una investigación cualitativa con ancianos cubanos en la que se exploraron los criterios de
profesionales y de personas ancianas acerca de la pertinencia de difierentes métodos de evaluación, se
encontró un consenso acerca de que se debe usar el MPQ al inicio de las intervenciones psicológicas y
multidisciplinarias favorecía la toma de conciencia de los ancianos sobre su dolor, y la comunicación de
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aspectos que no solían comentar habitualmente en la entrevista clínica por los mitos respecto a la relación
vejez y dolor . Además, esta técnica puede ofrecer un punto de apoyo de los terapeutas para focalizar las
sugestiones terapéuticas específicas. Otra recomendación fue evaluar los cambios en el dolor mediante la
aplicación de la escala verbal de rangos aplicada a modo de entrevista, pues los ancianos la prefieren antes
la presentación por escrito.
(20)
Para solucionar la ausencia de instrumentos especialmente diseñados para el anciano, algunos
investigadores sugieren usar escalas creadas originalmente para otras edades, por ejemplo, en niños.
(9)
Las
expresiones faciales han probado ser confiables como indicadores no verbales de estados dolorosos y
proporcionan indicaciones confiables y válidas de intensidad de dolor cuando se usan en niños y
adolescentes. Sin embargo, su papel y su efectividad en la evaluación de dolor en individuos ancianos no
están bien establecidos.
(21)
De todas las escalas de caras disponibles, la escala de caras revisada (FPS-R) ha mostrado muchas ventajas
importantes, entre las que se plantean que: no tiene caras sonrientes o lágrimas, evitando confundir el
disconfort emocional con intensidad de dolor. A lo anterior debe sumarse que hay versiones en diferentes
idiomas de las intrucciones, las que han sido probadas y están disponibles en la actualidad, y cuyo uso
facilita estudios transculturales de dolor.
Si bien el autorreporte es el estándar de oro para evaluación de dolor, otros métodos no verbales (medidas
comportamentales e instrumentos observacionales) también proporcionan información importante y
clínicamente relevante y pueden ser la herramienta de elección en casos de compromiso cognitivo
moderado a severo.
A pesar de la importancia clínica del dolor incidental, pocos intentos se han hecho para investigar la
utilidad de evaluaciones realizadas por observadores en ancianos en ese contexto. En este sentido, se hace
necesario refinar los instrumentos observacionales para evaluar dolor agudo y dolor persistente y validar
estas medidas en múltiples muestras y escenarios antes de desarrollar nuevos instrumentos.
El autoinforme por solo no es suficiente para evaluar el dolor en personas de edad avanzada con
demencia; por lo que se recomienda la incoporación de instrumentos de observación para los pacientes
con deterioro cognitivo.
(21)
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Uno de los mayores retos es identificar el dolor percibido por el paciente cuando media un déficit de
comunicación o, en el peor de los casos, un ficit de estado de conciencia o coexiste una enfermedad
demencial. Por tal razón, diversos estudios han intentado valorar la validez real de análisis basados en la
observación durante el examen clínico. Salazar afirma que hay utilidad en los parámetros que se listan
debajo, que, por facilidad nemotécnica, presenta como FLACC (sus iniciales en inglés). La apreciación
juiciosa de estas variables puede mejorar la sensibilidad de los clínicos para determinar la presencia del
síntoma.
(4)
En cada una de ellas el especialista debe observar cuidadosamente un aspecto diferente:
Face: la gesticulación facial.
Legs: la actividad motora espontánea de las piernas.
Activity: la actividad motora generalizada.
Cry: la presencia de llanto espontáneo sin presencia de evento emocional relacionado.
Consolabily: la capacidad de controlar el dolor a través del manejo verbal al paciente.
La Sociedad Americana de Geriatría (SAG) publicó en el 2002 una guía con una serie de indicadores de
dolor, consensuados previamente por un panel de expertos. Los indicadores están distribuidos en seis
dominios relacionados con cambios de conducta, físicos y psíquicos en pacientes no comunicativos. Dicha
guía es en la actualidad un referente en cuanto al diseño de métodos capaces de detectar dolor en pacientes
poco comunicativos (no verbales).
Un ejemplo de escala observacional de amplio uso e internacionalmente validada es la escala Abbey, que
fue construida para evaluar el dolor en pacientes con demencia avanzada. Está catalogada como una
herramienta fiable y útil para detectar dolor en pacientes no verbales. Fue adaptada al español y validada
en población española por Chamorro y Puche.
(22)
La escala Abbey cubre cuatro de los seis dominios descritos por la SAG y consta de seis ítems:
vocalización, expresión facial, lenguaje corporal, cambios de comportamiento, cambios fisiológicos y
cambios físicos (Tablas 1 y 2).
(22)
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Tabla 1A - Escala de dolor de Abbey en versión al castellano
Ítems
Escala
Vocalización
Gimoteo, gemido,llanto,gritos
Expresión facial
Tensa, ceño fruncido, muecas, expresión de miedo
Lenguaje corporal
Inquietud, mecerse, proteger una zona, retraimiento
Cambio de conducta
Confusión, agitación, negativa a ingestión
Cambios fisiológicos
Temperatura, pulso, tensión arterial
Cambios físicos
Erosiones, lesiones previas, áreas de presión, deformidades
osteoarticulares, artritis, contracturas
Vocalización: lamentos, llanto, gruñidos Ausente 0 Leve 1 Moderado 2 Grave 3
Expresión facial: expresión tensa, fruncida, lamentándose, aspecto asustado Ausente 0 Leve 1
Moderado 2 Grave 3
Lenguaje corporal: movimientos de nerviosismo, de vaivén, protegiendo una parte del
cuerpo, retraído Ausente 0 Leve 1 Moderado 2 Grave 3
Cambio de comportamiento: aumento de confusión, rehúsa comer, alteración de patrones
usuales Ausente 0 Leve 1 Moderado 2 Grave 3
Cambios fisiológicos Temperatura, pulso, tensión sanguínea fuera de límites normales, sudor,
enrojecimiento facial o palidez Ausente 0 Leve 1 Moderado 2 Grave 3
Cambios físicos: cortes en la piel, áreas de presión, artristis, contracturas, heridas anteriores.
Ausente 0 Leve 1 Moderado 2 Grave 3
Nota: Cada ítem se valora como: ausente 0, leve 1, moderado 2, importante 3. Interpretación de la
escala: no dolor 0-3, dolor leve 3-7, dolor moderado 8-13, dolor grave >14
Nota: Suma puntuación total: 0-2, sin dolor; 3-7, leve; 8-13, moderado; 14 +, severo
Los resultados obtenidos por todas las escalas observacionales en los estudios realizados, incluida la
Abbey, son considerados moderados y con algunos aspectos discutibles, como la sospecha de que solo
detectan dolor en una parte de los pacientes, no discriminan el tipo de dolor, y, por último, si los cambios
de conducta observados en los pacientes pueden ser considerados indicadores fehacientes de la presencia
de dolor.
(22)
Tratamiento
A pesar de su importancia epidemiológica y de las consecuencias que tiene para la calidad de vida, el
dolor en los mayores es insuficientemente tratado en todos los países. Por ejemplo, una investigación en
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Finlandia evidenció que los ancianos consideran que su dolor no es suficientemente tratado, y esa noción
persistió a lo largo de 3 años que duró el estudio.
(1)
Así mismo, hay poca investigación sobre las especificidades de su abordaje. Esto puede ser explicado por
la existencia de barreras como la creencia de que el dolor es normal en la vejez y la exigencia social que
se le hace al mayor a soportarlo sin quejarse demasiado; los problemas relacionados con la polimedicación
y las dificultades para la combinación de analgésicos, los efectos secundarios sumativos o cruzados.
Dada las múltiples comorbilidades y los dilemas éticos al momento de evaluar algunos fármacos, las
estrategias de manejo del dolor en los ancianos no han sido evaluadas de modo sistemático y la mayoría
se basa en la experiencia clínica en pacientes más jóvenes o con dolor oncológico.
(9)
Aunque debe referirse
igualmente que existe consenso acerca de que el manejo óptimo del dolor es multidisciplinario e incluye
estrategias famacológicas, apoyo psicológico y rehabilitación física.
(8)
La insuficiente investigación es más evidente para las terapias no farmacológicas, a pesar que en algunas
culturas parecen ser las preferidas por los mayores para el control del dolor crónico. Entre los tratamientos
no farmacológicos que las personas mayores emplean para el manejo del dolor se encuentran: el ejercicio,
descanso, calor, aplicación de frío, entablillado, vendajes, masaje, la distracción, relajación, grupos de
apoyo y refuerzo. También se destacan en algunas culturas el empleo de plantas medicinales, las oraciones
y la fe religiosa.
De todas las estrategias no farmacológicas, la que mayor atención ha recibido es la actividad física. Existe
suficiente evidencia de sus beneficios, por lo que se recomienda como uno de los pilares del tratamiento.
Para los restantes abordajes terapéuticos (farmacológicos y no farmacológicos) para el tratamiento del
dolor crónico en mayores, las evidencias aun no son concluyentes.
(23)
Desde la década de los setenta del siglo XX se están publicando ensayos clínicos sobre la eficacia de las
técnicas psicológicas y se han publicado múltiples revisiones sistemáticas y metanálisis sobre todo sobre
CBT que consistentemente han demostrado que tiene efectos beneficiosos, específicamente para la
depresión, la discapacidad y la experiencia de dolor, pero en el caso de sus especificaciones en mayores,
hay pocos estudios bien controlados y un escaso o ausente intento de investigar las especificidades o
adaptaciones que requieren para los ancianos. Se reporta alguna evidencia a favor de la relajación muscular
progresiva, más imaginación guiada para el dolor de la osteoartritis y hay un apoyo limitado para la
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meditación y el taichi para mejorar la funcionalidad en los adultos mayores con dolor lumbar o
osteoartritis.
(4,24,25)
Un aspecto importante que determina la eficacia de los tratamientos en esos casos es la relación médico-
paciente. Así, se ha encontrado que permitir la participación del anciano en la toma de decisiones sobre el
abordaje analgésico para los adultos mayores con dolor musculoesquelético agudo, puede mejorar los
resultados.
(8)
Conclusiones
A pesar de su importancia clínica, epidemiológica y social, la investigacíón sobre los factores
psicosociales en el dolor osteomuscular en ancianos es incipiente e insuficiente, con predominio de las
publicaciones en inglés y de autores norteamericanos.
Una tarea pendiente es continuar profundizando en los indicadores bibliométricos que ayuden a
comprender los derroteros actuales de la investigación y, en ese sentido, precisar los aportes y limitaciones
de la psicología latinoamericana.
A partir de los resultados preliminaries derivados de esta revisión narrativa, se pueden apuntar algunas
prioridades y perspectivas:
Llevar a cabo más investigaciones acerca de la prevalencia, historia natural, causas y
consecuencias del dolor osteomuscular en mayores, con énfasis en los viejos más viejos.
Describir el impacto del dolor osteomuscular en las diferentes etapas del envejecimiento y al final
de la vida
Investigación que ofrezca información basada en evidencia sobre abordajes terapéuticos para el
dolor osteomuscular al final de la vida
Estandarizar estrategias y procedimientos de evaluación que permitan la réplica de las
investigaciones, al mismo tiempo que se favorezcan estudios clínicos de calidad.
Incrementar las investigaciones sobre la eficiencia y eficacia de las intervenciones psicológicas.
Considerar en los estudios los efectos adversos, y aquellos que no los valoren, considerarlos
antiéticos.
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Controlar la experticia de los terapeutas, pues en muchas investigaciones las terapias las ejecutan
personal sin experiencia clínica, que no ha sido especialmente entrenado para ejecutarla.
Deberían considerarse otras modalidades, además de los ECA, como son los estudios
observacionales de gran escala, los estudios transculturales y los estudios de caso.
Ofrecer acceso abierto a los datos
Procurar muestras más homogéneas de pacientes e intervenciones más específicas relacionadas
con las medidas de evaluación.
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Conflicto de intereses
Los autores declaran que no tienen conflicto de intereses.